martes, 3 de noviembre de 2015

EL ÚNICO Y PARADÓJICO PARAÍSO QUE HE TENIDO EN MI VIDA(1)


(Telón de fondo:  República Dominicana. Barrio obrero de Cristo Rey. 1963. El primer gobierno democrático después de la dictadura de Trujillo sufre un golpe de Estado. El pueblo y militares constitucionalistas tratan de reponerlo. Se desata una guerra civil el 24 de abril. 1965).


Soldados del pueblo acompañando a su comandante, el coronel Francisco Alberto Caamaño, en una calle de Santo Domingo.
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En los diversos temas que he tratado en mi blog, de una u otra manera  he filtrado ciertos pasajes autobiográficos, ciertas experiencias propias en relación al tema tratado. Dos ejemplos, entre otros, son cuando escribí acerca de cine y rock dominicanos. Hicieron honor al lema o descripción del Blog que postulaba  eso de "con un toque autobiográfico". Empero, esto ha sido de forma ocasional.

El presente escrito es absolutamente autobiográfico. Es la rememoración de una nostalgia, de una melancolía guardada que hoy se concreta en este texto.

Acontece cuando se desata la guerra civil el 24 de abril de 1965. Cuando aún no había cumplido los diez años.

Pero aquí no voy a contar batallitas y epopeyas, hechos heroicos ni valentías. Y no digo que a esa edad no se pudiesen tener. Seguramente que muchos niños, en la pubertad o adolescencia, fueron protagonistas y contribuyeron de una u otra manera en esa gesta. Pero no es mi caso.

Se había desatado una guerra civil por el retorno a la constitucionalidad quebrada en 1963 por los militares y la oligarquía trujillistas mediante un golpe de estado contra el gobierno del presidente Juan Bosch.


Se había desatado una guerra civil que percibía cercana y lejana.

Cercana... porque en Cristo Rey, un barrio obrero, mis hermanos, amigos y yo pudimos observar desde la calle 39 los aviones sobrevolando la antena de Radio Televisión Dominicana, todavía sin la certeza de lo que ocurría. Luego supimos que había sido bombardeado porque después de la toma de la televisión pública, desde ahí José Francisco Peña Gómez lanzó su proclama llamando al pueblo a luchar. 

Cercana... porque observábamos agujeros de balas que aparecían al amanecer impregnados en un cuarto a manera de despensa o almacén que teníamos en el patio.

Cercana... ya que sufríamos el ruido ensordecedor de los helicópteros militares pasando encima de nuestro hogar, tan bajos de altura que su sombra la percibíamos terriblemente cubriendo completamente nuestra casita como si fuera un águila enorme en busca de sus presas. Y luego...el éxodo, la partida hacia el campo. Nos convertimos en una suerte de refugiados.

Entonces... la guerra la sentimos lejana. 






Y esa escapada al campo era inminente por dos razones: 

Una, la dinámica de mis progenitores era la lucha por la subsistencia para sostenernos y cuidarnos. Mi madre  que aportaba a la casa como empleada del hogar en una residencia de burgueses en ciudad colonial, y organizando unos "sanes" con cierta frecuencia. Mi padre comerciante desplazándose en su güagüita por el extrarradio de la capital llevando sus productos a los colmados en una época en que éstos no poseían las camionetas que hoy tienen, con la que ellos mismos transportan directamente los productos del mercado y de los almacenes.


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(* "san" se llama en República Dominicana a una especie de cooperativa que suelen organizarse entre la gente del pueblo durante varios meses, 6, 8 ó 10 personas, en la que cada una va aportando una cuota fija y cada mes alguien recibe cierta cantidad considerable que le ayuda a resolver problemas. Tiene su origen en la cultura de la emigración afro-anglosajona (cocolos) que ellos llamaban Sociedad de Ayuda Mutua-SAM-).
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La segunda razón consistía en que ni mi madre ni mi padre se metían en política activa, supongo que desde que mi tío Milín desapareció en la era de Trujillo al parecer por "ponerse a hablar de política". Un día descubrí un pasquín del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4) que se guardaba como  si fuese un tesoro, muy discretamente (claro, discreto hasta que tuve acceso a él) en algún lugar de la casa. En el mismo estaba la fotografía del tío Milín junto con otras con un titular: "los últimos desaparecidos de Trujillo" o algo similar.

Protegernos era la dinámica de nuestros progenitores. Por eso la escapada al campo, al kilómetro 15 de la autopista Duarte, un sector rural que se llamaba  La Ciénaga. 

Por eso, entonces, la guerra se hizo lejana.

Mi mente recuerda hoy a esa gente de La Ciénaga como la más sana y buena del mundo, sin malicia, ni intereses pecuniarios.

Gente auténtica dispuesta a amontonarnos cocos, a juntarnos numerosos ramilletes de deliciosos limoncillos que bajaban de árboles paradisíacos, gigantes y exuberantes; traernos leche recién ordeñada  que nos parecía aún caliente del calor del cuerpo del animal; poder, y a veces "pelearnos" por, dormir con una chica carismática, ya adulta, pero muy joven, y a la que adorábamos con inocencia, sin perversidad, sin connotaciones sexuales.

 Y allí, poseer en el patio del recinto donde dormíamos un árbol de mango que cada mañana era como un maná, ya que encontrábamos la fruta como colocada, no caída, en el suelo, cual si fuera exclusivamente para nosotros. No era raro entonces nuestro interés en levantarnos pronto para ser recepcionistas de este privilegio. 

En fin, mi mente recuerda con extremo agrado a esa gente tan noble que dispuso la escuelita rural para nosotros alojarnos, y allí, en ella, sembrar los colchones que traíamos desde Cristo Rey en la güagüita o furgoneta de nuestro padre.



Y desde esa comunidad rural, de vez en cuando  la guerra trataba de llamar mi atención emitiendo su música de cañones y metrallas; se escuchaba su fanfarria en la lejanía pero nuestro corazón, nuestra mente y nuestros actos estaban ocupados por el edén de La Ciénaga: descubriendo cada rincón rural ayudados por los niños oriundos de allí que, además, nos enseñaron sus juegos y diversiones, más simples que las nuestras (pues éramos niños de barrio populoso de la ciudad), entre ellas deslizarnos en yaguaciles** en una larga rampa natural, cuyo curso estaba alfombrado con pencas*** de palma, con el objetivo de bajar con más sedosidad y rapidez.





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(**"yaguacil" en el español dominicano se le llama a ese receptáculo que guarda la flor y el fruto de las palmeras. Al abrirse tiene forma de canoa que es cuando los niños del campo y barrio obreros de la ciudad utilizan (¿? o utilizábamos) como juguete para desplazarse en una pendiente).



*** "penca" llaman los dominicanos a las grandes ramas de hojas con sus nervios de la palma real y la palmera de coco. También suele llamarse así a un racimo de plátano o guineo (banano)).
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Advino alguna tregua. Los combates amainaron. Al principio no percibo tan claro qué pasó. Ahora sé que fue en el momento en que los constitucionalistas ganaban la contienda en menos de una semana. El hecho es que volvimos a nuestra casita de Cristo Rey. Duró poco, hasta  el 28 de abril, fecha cuando llegaron los marines norteamericanos a defender a los reaccionarios y golpistas que trillaban ya el camino de la derrota. Y los combates se vuelven a desatar, pero ahora, además, en defensa de la soberanía nacional contra una invasión extranjera.

Y volvimos a instalar los colchones en la furgoneta...y otra vez vimos alejarse nuestra casita y nuestro barrio. 

Y de vuelta al paraíso.

 Sí, volvíamos al paraíso, pero hubo muchas cosas terribles que  al parecer no discerníamos tan terribles como ahora la percibimos con nuestra consciencia de adultos.

Tan terribles como ver un soldados hacer un conato de dispararnos con su arma mientras marchaba el vehículo por aquella esquina caliente que siempre fue la calle 41 con Ovando. 

Tan terrible  como encontrarnos en la Avenida Kennedy  con Churchill grupos de civiles apostados, armados con fusiles, bates y garrotes que nos detienen para luego  dejarnos pasar al constatar quienes venían en ese vehículo.

Tan terribles e increíbles como que en nuestra primera salida la abuela materna se empecinó tanto en quedarse, que tuvimos que dejarla sola en la casita de Cristo Rey.

 Tan terribles como luego ir a buscarla en el conocimiento de que la guerra recrudecía. Pero ya en la autopista Duarte un civil muy nervioso con su fusil nos ordena parar. Y se montó un rifirrafe: insistía en que le lleváramos a la zona constitucionalista a combatir; se le dijo que no cabía; insistía, tenía la intención de ir encima de la guagua si no había espacio, y nuestro padre: que cómo va a ser, que había niños, y al final se convenció porque dijo: "es verdad, hay muchos inocentes".

Tan terribles que mi abuela, luego de su empecinamiento en quedarse en Cristo Rey, cuando regresamos a buscarla estaba asustadísima porque justo esa noche habían abatido a alguien frente a nuestra casita.


Cosas tan terribles y tristes como cuando fuimos a inquirir acerca de la fecha en la que continuaría el año escolar y ver nuestro colegio, el Don Bosco(2) ocupado como base militar del ejército norteamericano, con sus alambradas, helicópteros y demás pertrechos: es que tenía un inmenso patio y estaba situado en una zona muy estratégica cerca del Palacio Presidencial Era tristísimo ver así el recinto escolar y ese gran patio en donde pocos días antes estuvimos pateando balones de fútbol, comentando películas y cantando melodías del cine recién visto en el mismo plantel; cazando avispas, formados en filas, bebiendo deliciosos mabís de bohuco  de indio(refresco autóctono dominicano), etc. (Años después el patio  fue considerablemente  recortado cuando el Estado dominicano apropió un área para prolongar la Avenida 27 de Febrero).







Sí... de vuelta al paraíso... pero la guerra... con sus corpúsculos distantes...con los ecos de sus rugidos... con sus terribles redobles de tambores  en la lejanía..., quería llamar mi atención... pero que, claro, en ese tiempo, nada, ni nadie podrían llamar jamás. Porque la guerra estaba por allá... y por acá... el único y paradójico paraíso que he tenido... y estaba viviéndolo.









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(1)Soy consciente que el título de este trabajo es redundante, pero me he permitido una licencia de esas que llaman poéticas porque en mi yo concebía así el ritmo de los sintagmas de tal titular.

(2) Que estuviésemos estudiando en este importante colegio siendo una familia de barrio pobre y obrero no carece de sus razones. Es el sacrificio que hacen los padres trabajadores ya que desconfían de las escuelas públicas y están convencidos de que recibirán una mejor educación en las privadas, religiosas y de pago. No carecían de razones mis padres si observamos como hoy día los mismos profesores de estas escuelas no suelen inscribir a sus hijos en las mismas. Lo que es un mea culpa y dice mucho de los maestros si no confían en la educación que ellos mismos imparten.




sábado, 24 de octubre de 2015

DUARTE NECESITA UN GARCÍA MÁRQUEZ


(¿Por qué vinculo a Duarte (padre de la patria de la República Dominicana) con García Márquez si no fueron contemporáneos?)




Dibujos de Simón Bolívar realizados por el pintor José María Espinosa en tiempo de recrudecimiento de su enfermedad.


En muchas de las mitologías antiguas, la muerte es un largo viaje en una barca hasta el mundo de los muertos. La griega y egipcia son adecuados ejemplos.

El General en su Laberinto es la novela histórica que escribió Gabriel García Márquez para narrar los últimos meses de vida de Simón Bolívar desde que salió de Santa Fe, Bogotá, hasta Santa Marta,  Barranquilla, por el río Magdalena.

Esa travesía la hace cuando ya era casi un cadáver, físicamente, y asimismo,  un cadáver y una bancarrota políticos; cuando era acechado para asesinarle, cuando era rechazado y vociferado por donde cruzaba (le tiraban "bosta de vaca"). En fin, cuando acabaron su gloria y grandes hazañas.

Semejante a la mitología, García Márquez sitúa a Bolívar como si discurriera en la barca de Caronte hacia el reino de Hades. Está vivo, pero es igual, es como si fuera muerto porque su viaje ineludiblemente le lleva a su destino final y a morir. 

Y es que desde el principio de esta historia novelada, la muerte está presente con esa peculiar y hábil forma de empezar sus novelas y sorprendernos que tiene García Márquez: "José Palacio lo encontró flotando en las aguas de la bañera, desnudo y con los ojos abiertos, y creyó que se había ahogado. Sabía que ése era uno de sus muchos  modos de meditar, pero el estado de éxtasis en que yacía a la deriva parecía de alguien que ya no era de este mundo". (Obra citada. RBA Editores S.A Editores,1993, pag.9).

Al final de la lectura de El general en su laberinto nos queda la certeza indudable de que hemos sido testigo de la vida de un ser humano con sus manchas, manías y aspectos más oscuros, sin hacer una valoración moral. La historia no tiene que ver con moralidad, sino con el yo y sus circunstancias, recordando a José Ortega y Gasset, y los intereses de los sujetos.


¿Y qué hechos y circunstancias marcaron la práctica de este hombre fundamental en la historia de Latinoamérica? Un Bolívar con una mujer en todos los sitios por donde pasaba y convencido de que nunca haría una relación formal, de la que huía.  Un Bolívar que no quería saber de los médicos ni los curas y se burlaba de ciertas creencias supersticiosas. Un Bolívar "desengañado del poder y de guerras inútiles". Un Bolívar esclavista (porque en Venezuela no se abolió la esclavitud hasta 1830, a pesar de que hubo independencia muy temprana). Un Bolívar a quien le tiran excrementos, "bosta de vaca", narra Márquez. Un Bolívar que fusila a varios de sus mejores generales; que se hace dictador en Perú. Un Bolívar capaz de poseer una jovencita esclava virgen, y luego pagar 100 pesos a su dueño para que la deje libre, o ser protagonista de la siguiente escena después de dormir con otra joven: "-Te vas virgen, le dijo. Ella le contestó con una risa festiva: -Nadie es virgen después de una noche con Su Excelencia".(Ob. Cit. pag. 186)  Capaz de decir: "¡Qué cara nos ha costado esta mierda de independencia!" (ibid. pag 174)En fin, un Bolívar del que su mayordomo fiel es testigo de un detalle muy íntimo,  de las ventosidades putrefactas y fétidas que soltaba (vaya, hablamos de los pedos). Como ven, un Bolívar nada inmaculado.


Haciendo un ejercicio subjetivo, digo que a Hugo Chávez seguramente no le habrá hecho mucha gracia esta novela, porque es de los gobernantes que le gusta mitificar y manipular los personajes históricos, y prohijar el culto a la personalidad como ha hecho con Bolívar y con sí mismo.
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Una de las imágenes difundida por los bolivarianos de Venezuela en la Red no da lugar a dudas de la intención de equiparar a Hugo Chávez
con Simón Bolívar, casi una reencarnación que buscaba un excesivo culto a un muerto para fortalecer al vivo. Un capítulo
más de las manipulaciones que realizan las clases gobernantes para valorarse, sacralizarse  y hacerse incuestionables.
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Pero eso es una constante del poder, no importa el color ideológico, político o partidista de quien lo ostenta. Necesitan santificar la patria, sacralizar sus próceres para santificarse ellos  y hacerse incontestables como las verdades religiosas y así manipular a la gente. Y Juan Pablo Duarte ha llegado a ser eso, un ser etéreo, un santo, casi un ángel; sino, una especie de anacoreta. Esa es la imagen que trata de vendernos Joaquín Balaguer en El Cristo de la libertad, acaso la más importante y conocida obra histórica novelada escrita en República Dominicana acerca de Padre de la Patria dominicana, o también Vida de Juan Pablo Duarte de Pedro Troncoso Sánchez, "el novelón histórico" como  tildó a este libro J.I. Jimenes Grullón por los fantasiosos diálogos que a veces pone en boca de Duarte.

Pero lo que hace falta es alguien que  novele a nuestro "padre de la patria dominicana" con cierta normalidad como lo ha hecho Gabriel García Márquez con el Libertador Simón Bolívar. Y fíjense que Duarte tiene episodios de su vida dudosos y muy adecuado para ficcionalizar, novelar, planteando certezas, supuestos o hipótesis: estoy pensando en su desaparición por casi 20 años de la actividad política y su confinamiento en las selvas del Orinoco (de los que ya desglose en otro trabajo en mi blog: "¿Qué pasó con Duarte en Venezuela?") ; de sus vacilaciones en una lucha de clases inevitable; de un posible diario perdido que escribía y que, al parecer, utilizó Rosa Duarte en sus "Apuntes..." 

Estoy pensando en normalizar la vida, obra y actuaciones de este importante personaje dominicano, el más venerado en todos los tiempos. Normalizarlo quiere decir situarlo con sus debilidades y fallas, no negar que las tuvo, y situarlo perfectamente desde el ángulo ideológico y social en el que estaba. Cosa que, hay que decirlo, ni la izquierda ni los pensadores  marxista dominicanos han querido hacer (salvo contadas excepciones), manteniendo unos criterios semejantes a los que le sacralizan.


Habría que empezar diciendo que su situación en un sector de clase facilitó su capacitación en el extranjero, lo cual le impregnó  e inspiró de muchas ideas que se cocían en Europa y Estados Unidos. Fue un idealista. Fue el Padre de la patria aunque no su libertador. Aquí debo apoyarme en una taxonomía que hizo Tirso M. Ricart acerca de padres, apóstoles y libertadores. Por ejemplo el cura Miguel Hidalgo fue Padre de la patria, mientras que Iturbide fue el Libertador; en Venezuela, Miranda el padre de la patria y Bolívar el Libertador; en Cuba fueron respectivamente Céspedes y el dominicano Máximo Gómez (a José Martí se le considera el Apóstol de la patria). 


(Y uso el término "apóstol" aunque el mismo  me causa cierto rechazo porque remite a una terminología religiosa y a la sacralización, que es lo que queremos demoler con este trabajo, pero es aceptado en el diccionario de la RAE como propagador de cualquier tipo de doctrina, religiosa o no).





Juan Pablo Duarte y Diez, Padre de la Patria  de la
República Dominicana
Y en la República Dominicana  Juan Pablo Duarte se sitúa como padre de la patria y, pésenos o no, Pedro Santana se acerca a esa definición de Libertador:  consolidó la existencia de una nación independiente de Haití, claro que primero a fuerza de su poder económico, después con su control de los efectivos y estrategias militares,  aunque se pasó la vida negociando la anexión a potencias europeas, hasta que lo logró en 1861 con España.

 En este proceso desde 1844, Duarte ha de quedarse como un idealista que rechazaba la lucha de clase, mientras Santana tiraba pa' lante sin miramientos. Cuando Mella, Sánchez y otros trinitarios querían tensar los desafíos, pasaban a la acción política clasista y proclamaban a Duarte Presidente desde el Cibao, pero éste, en carta del mes de julio de 1844, prácticamente pide que se le exonere de esa responsabilidad; rechaza por excesivo prurito, por el supuesto de evitar un baño de sangre y una confrontación civil. Pero...¿Qué vino después?




Vino... que sin embargo a Santana y sus conmilitones no les importaba esa confrontación y se alzaron con todo. Pero esta tibieza no sólo  se evidencia en esa época sino también cuando Duarte es deportado, ya que prácticamente no hizo nada por evitar su apresamiento ordenado por Santana. Y esto lo digo porque mientras se conocía que en la capital de la República  los pronunciamientos, manifestaciones y preparación de las tropas santanistas  bullían  contra los trinitarios,  Duarte, desconociendo que el asunto era un problema de lucha de clase,  todavía ingenuamente creía que el diálogo podía regular el impasse que se vivía, por lo que, relajada la vigilancia, es apresado en Puerto Plata y llevado Santo Domingo; asimismo sucedió con un grupo de trinitarios  expulsados del país que  pasan a luchar en la clandestinidad,  refugiándose en Haití e islas antillanas adyacentes: Duarte, como ya sabemos, después de su deportación se pierde casi 20 años en Venezuela.


Foto de Francisco del luchador afro-dominicano
Francisco del R. Sánchez, de extracción humilde.
 Sánchez tiene  una personalidad de un arrojo sin igual, es un duartista militante como ninguno,  adora a su líder y está dispuesto a hacer lo que sea por él, por lo que es con quien "quería morir a su lado"( escribe Rosa Duarte en sus apuntes); es quien escribe manifiestos; quien se puso a la cabeza el 28 de febrero; quien recibió al patricio con gran  pasión a su retorno en 1844; quien nunca paró de luchar, hasta que enfrentándose contra la anexión a España Santana lo asesinó. Por esto es penoso como la desaparición e inoperancia de Duarte y otras circunstancias generen un vacío de liderazgo y determine que Sánchez ese  liderazgo lo traspase a otros caudillos como Báez y Santana. Cosa lamentable de los tiempos, circunstancias y la clase social  y en lo que no podemos extendernos ahora.


 (No es raro que un gran intelectual y educador dominicano, Américo Lugo, planteara en su día que Francisco del Rosario Sánchez era el verdadero padre de la patria, pero esto es tema para otra investigación. J.I. Jimenes Grullón, asimismo, ha planteado otras cosas en un trabajo que ha titulado "El mito de los padres de la patria").

Juan Pablo Duarte y Diez es oficialmente el padre de la Patria indiscutible porque estableció los fundamentos teóricos de esa patria liberal a la que aspiraba, pero su idealismo extremo que le hacía rehuir de la confrontación, no lo hacía competente para estar en la primera línea de una República Dominicana ingobernable, dominada por el caos permanente y las luchas grupales a las que, visto objetivamente, Duarte no estaba dispuesto a participar. 

Desde su visión, el diplomático norteamericano Sumner Welles en su conocida obra "La Viña de Naboth" acierta al decir que Duarte por "su carencia de ambición personal y su firme creencia en el valor intrínseco de sus compatriotas, le incapacitaba, tal vez, para ser el gobernante que aquellos tiempos exigían", "es posible asumir que le faltaba el don de dirección práctica requeridos en los largos años que habían de transcurrir antes de que un régimen de verdadera constitucionalidad llegara a ser un hecho realizado" (Sociedad Dominicana de Bibliófilos. 2006, pag. 77). Y hasta un apologista tradicionalista de Duarte como Pedro Troncoso Sánchez es capaz de admitirlo al decir que "para la pugna por el poder político no estaba hecho".


(Para no extenderme, recomiendo leer a Juan Isidro Jimenes Grullón (médico, ensayista, pensador dominicano) que en su obra La IDEOLOGÍA REVOLUCIONARIA DE JUAN PABLO DUARTE, nos aclara las características de la educación recibida por Duarte con muchos componentes religiosos-místicos, lo que aclararía un poco la forma de proceder de éste ante acontecimientos fuertes y ricos en confrontación directa; entre otras muchas cosas dice que "Duarte vivió y murió dominado por el espiritualismo").

De ahí que hay que ver a Duarte de otra manera. De ahí que buscamos a alguien que  haga la gran novela histórica de este personaje. Pero, claro, esto no es un imperativo, no es una obligación; en cambio, sí lo es pedir que los historiadores cumplan su papel; es decir narrar el pasado siendo fieles a las actitudes y formas de pensar de los protagonistas ilustres en un contexto determinado; que las investigaciones y los frutos de ellas no los reviertan y reinventen con falsedades u ocultamientos movidos por sentimentalismos o, lo peor, para prestarles un servicio al poder, porque no se hace historia para auto-complacernos en la imagen idealizada que tenemos de un personaje. Que mostrarlos como son y fueron no le resta valor a sus grandes gestas. Gabriel García Márquez así lo evidencia en El general en su laberinto.

 
Lo contrario sería traición del historiador a su disciplina.



lunes, 10 de agosto de 2015

LA BACHATA: GÉNERO MUSICAL DOMINICANO.


 
Considerado el "padre de la bachata", y poseedor de una cualificada voz de barítono, y Mélida Rodríguez, la primera mujer en la bachata.


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Aclimatada y evolucionada en la República Dominicana partiendo del bolero, la bachata es una modalidad musical que estuvo marginada por una gran parte de la sociedad dominicana y, a su vez, cultivada y consumida por sectores marginados del campo y la ciudad. Ahora es del gusto de diferentes sectores generacionales y clases sociales. El músico Juan Luis Guerra la ha internacionalizado.


La marginación

Igual a lo ocurrido con otros ritmos americanos, la bachata era despreciada por un gran segmento de la sociedad dominicana al considerarla una música del populacho, de gente sórdida e inculta. Asimismo, el merengue dominicano sufrió la estigmatización  de parte de las clases gobernantes de República Dominicana, tildándola de "música de negros" y "baile de movimientos indecentes". Esto, hasta 1930, cuando el dictador Trujillo se lo apropio para utilizarlo sólo para ensalzar su figura. Además el tango en Argentina, y el jazz, el soul, el blues...en Norteamérica tuvieron sus momentos de marginación y desprecio; pero hoy se producen en todos los rincones de la tierra, en todos los continentes.



Con su éxito "Pena" la bachata comienza a ser del gusto
de todas las clases sociales dominicanas
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Hay que decir  que la bachata, en la génesis de su evolución, ciertamente era del gusto de sectores campesinos y clases marginales de la ciudad. Era una especie de bolero más rítmico ejecutado con limitaciones a causa de la insuficiencia de instrumentos (apenas una marimba, un par de maracas y una guitarra). De ahí que, musicalmente, adolecía de una escasa instrumentalización y melodía pobre; que, de letra y temática, constituía un círculo cerrado en base al despecho, el abandono y el engaño amorosos, la ingestión de alcohol (ron), y el desencadenamiento trágico de una relación de pareja; y que sus seguidores eran los asiduos parroquianos del cabaret o barra de la esquina (así llaman en República Dominicana a los prostíbulos barriales), es decir, prostitutas, chulos y propietarios de esos locales.
 
¿Qué sucede hoy? Que cantantes de toda laya (quiero decir: aunque no sea cultivador del género) tienen ansias de grabar, y graban, bachatas; que las emisoras de radio y los sitios de diversión lleguen al hastío en su difusión, lo que hace que a veces parezca como una epidemia. 

Pero ha de saberse que hasta la década de 1980 las emisoras de radio y discotecas dominicanas no reproducían bachatas, confirmando la estereotipación de la que era víctima. Su difusión estaba restringida casi exclusivamente a Radio Guarachita, del empresario radial y discográfico Radhamés Aracena, que sin embargo  obtuvo en esa época grandes beneficios económicos reclutando a jóvenes en los barrios pobres de la capital y pueblos de provincia, a quienes les grababa y "pegaba" en su radiodifusora. Sólo se escuchaban allí donde eran ídolos de todo ese conglomerado social que hemos definido antes. Los 70 y principio de los 80 podría ser llamada la "época de radio Guarachita" en la que se destaca la peculiaridad de Leonardo Paniagua ya que el grueso de sus bachatas son exclusivamente versiones de música pop o baladas trocadas a ritmo de bachata: Nino Bravo, el grupo sueco ABBA, etc.



El nacimiento

Rafael Encarnación, de la generación pionera de
la bachata y  que murió joven en 1964
Del reggae es muy fácil seguir las huellas de su nacimiento y evolución ya que es de formación muy reciente.  Igualmente de la bachata, con apenas 50 años, desde la década de 1960. Pero antes de ese año, la bachata fue muy deudora de los boleros que hacían artistas latinoamericanos como Julio Jaramillo, ecuatoriano, y El Jibarito de Lares (Odilio González), puertorriqueño, que se destacaron en la segunda mitad del año 1950, cohabitando paralelamente en los años 60 y 70 con los dominicanos que iniciaron la bachata. Los dos ejecutaban su música con los tres elementos instrumentales de la posterior bachata: guitarra, maraca y marimba, con dejo de valses sudamericano, bolero (como el de Los Panchos) y son. Por lo que no es extraño que los latinoamericanos en general, especialmente ecuatorianos, bolivianos y colombianos, sean tan aficionados a la bachata y la sientan tan familiar. 

Jaramillo y  de Lares  influenciaron sobre José Manuel Calderón,  a quien consideramos el aclimatador al ambiente dominicano de los estilos de los dos  anteriores. Calderón, empero no sonaba igual al bachatero corriente que le sucedió; no, este poseía una voz muy cualificada, de barítono, excepcional para el género. Al final se le ha investido como el "Padre de la bachata". (Escuchen su voz):



 Por su parte, y escuchando a Rafael Encarnación, de la misma época de Calderón, podemos sacar la conclusión que fue éste quien, con su voz llorona, dio y fijó el prototipo del cantar bachatero, cantar doliente, gimiente, desgarrado; de ahí que esas melodías son sinónimo de "música de amargue".



Edilio Paredes  es esencial en esta música pues, al ser un guitarrista de mucha destreza, dicen que fue quien fijó definitivamente la forma del punteado como se toca la guitarra en la bachata y lo hizo como solista o con su amigo Ramón Cordero.  Y Mélida Rodríguez  cierra este cuadro pues es la participación pionera de la mujer en un mundo musical saturado de machismo.





La mujer en la bachata. El caso Mélida Rodríguez

"Si tomo,
es con mi dinero;
y si es que invito,
pago yo".
Si mi generación y sector de clase rechazó la bachata por lo que significaba, por su relación con el mundo más sórdido de billares, prostitución y cabarets, imagine el lector  lo que esto significaba en una época de muchos prejuicio para una mujer que quisiese dedicarse a cantar bachata. De hecho, la bachata resalta al macho, su libertad para hacer y deshacer, para tener ilimitadas esposas, queridas y novias a la vez; para salir de casa y llegar a la hora que quiera, cosa que, evidentemente, estaba muy vedada para la mujer.
(Escuchar a Mélida):



Pero es de justicia decir que Mélida Rodríguez, aunque enclavada en las mismas temáticas del macho que canta bachata, revierte esto y la mujer es la protagonista, la que tiene también el mismo derecho del hombre a emborracharse, a dejarlo, buscarse otro y/o engañarlo si es necesario; en fin, a  tomar la iniciativa. Ahora digo que si esas canciones de Mélida Rodríguez hubiesen sido hecha 20 años después habrían contribuido a borrar muchos tabúes y haberse erigido en un símbolo efectivo de independencia y libertad de la mujer. Pero posiblemente hubiese tenido alguna embestida de los sectores retrógrados de la oligarquía y las iglesias dominicanas. Seguramente no fue prohibida en la época porque, por una parte, tenía oyentes muy restringidos y de otra,  que esas personas tenían una vida libertina: vamos, "ovejas descarriadas", que dirá la religión. 

Ejemplos de lo que significó Mélida Rodríguez lo vemos en algunos versos de sus bachatas: "soy mala y seguiré siendo mala""No se metan en mi vida, por favor, déjenme beber", "Esta noche me quiero emborrachar/ para ver lo que puedo encontrar", "Yo sólo pienso vivir de barra en barra/ hasta encontrar un amor que me haga fiel", "¿Por qué he de vivir encadenada?/ ¿Por qué no he de decir que no te quiero?".

Justo recién fallecida  Rodríguez, aparece Aridia Ventura con alguna temática similar y cultivando la bachata de siempre. Está la parte femenina del duo Monchy y Alexandra . Y aunque no muy difundida está André Veloz, nacida en Islas Vírgenes y criada en Santo Domingo, luego se estableció en New York donde promovió su peculiar bachata; canta, toca el piano, compone y es actriz. Ella ha dicho en el siglo XXI el manifiesto que ya proclamó Mélida Rodríguez hace seis décadas con la práctica en su arte y quizá en su vida: "Yo quiero traer esa bachata desde el punto de vista de una mujer segura de sí misma, que trabaja y también disfruta del hombre sin volverse loca".


El despegue y la masificación


Hemos mencionado la década de 1980. ¿Qué pasó en ese tiempo, entonces? Pues que un veterano bachatero de los 60, Luis Segura, apodado "El añoñaíto", regrabó y volvió a difundir un viejo tema, "Pena por ti", que fue todo un boom en esos momentos: "Pena, /es lo que siento en mi alma/ porque esa mujer no entiende/ y me hace perder la calma".  Era una situación nunca antes vista: son estos versos octosílabos los que sorprendente y reiteradamente saturaban las ondas de todas las emisoras dominicanas de música popular, "car washs", discotecas, cafeterías o cualquier otro sitios de diversión.


A sectores como el que yo pertenecía, pequeña burguesía y/o clase media,  nunca nos hizo mucha gracia la penetración y manipulación que tenía  esta música en los sectores populares y campesinos, la cual  rechazábamos casi como una convicción política. Pero claro, la obligada presencia en sitios sociales en los que la pegajosa melodía  de "Pena" sonaba hasta el cansancio, caló en nosotros, fue rompiendo nuestra reguardada  fortaleza cultural y elitista,  y cedimos: se rompió el prejuicio. Comenzamos a cantarla con un poco de burla, broma o cachondeo (¡ja, para no ceder tan fácil!), lo que no era más que un resabio hipócrita para no admitir que nuestro gusto musical incorporaba un nuevo elemento, otra variante: inevitable evidencia de que algo estaba cambiando, el comienzo de una ruptura del estigma y la limitación de esta modalidad musical.

A partir de aquí hasta la actualidad surgieron todos los bachateros que hasta hoy son ampliamente conocidos y siguen activos.
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Julio Jaramillo y Odilio González, El Jibarito de Lares,
"culpables" de que la modalidad de bolero cultivada por
éstos se disgregara en una nuevo género cuando artistas
dominicanos comenzaron a cultivarlo, creando la bachata.
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La Neo-Bachata 

Con todos los artistas del despegue, más Luis Segura, Leonardo Paniagua, Aridia Ventura, El Solterito del Sur, Teodoro, Anthony Santos, Raulín Rodríguez, etc., la bachata seguía en manos de sus más genuinos cultivadores, gente surgida de los sectores más profundos del pueblo. Pero diríamos que iba a ocurrir otra etapa en el desarrollo y evolución del género: artistas provenientes de sectores urbanos de la pequeña  burguesía y clase media, que antes habían incursionado en los movimientos de la Nueva Canción dominicana, en el rock y el folklore, con obras de alto contenido literario y de protesta social, comenzaron a revalorizar la bachata y, por consiguiente, a interpretarla y evolucionarla con un nuevo sentido musical y letras renovadas.



Luis Días fue uno de ellos. Con su grupo Madora  dio inicio a este proceso.  Éste también había contribuido a darle una nueva valoración al merengue y a numerosos ritmos del folklor dominicano. ( Sobre él tengo una reseña dentro del trabajo "Larga vida al Rock Dominicano" en otra página del blog). Luis Días escribe "Quiero andar" y "Mi guachimán" cantadas por Sonia Silvestre. El santiaguero Victor Victor lo hace con "Mesita de noche" y el grupo de Juan Luis Guerra y 4:40 lanza su álbum "Bachata rosa", (con marcada influencia del cubano Silvio Rodríguez), culminando un proceso de generalización en la sociedad dominicana  y de internacionalización en América y Europa, extirpando la marginación de muchas décadas.




Este nuevo tipo de bachata cantada por artistas más instruidos habría que llamarla neo-bachata, ya que posee letras más elaboradas poéticamente, recursos musicales más  ricos y variados que los monótonos y repetitivos de la bachata clásica.
Sonia Silvestre, fallecida en 2014, y Luis Días,
intérpretes de lo que yo llamo neo-bachata


Juan Luis Guerra consideró siempre a la bachata como una suerte de bolero y no entendía por qué estaba tan aislada; por qué, igual que el bolero, no era escuchada por todo el mundo. De ahí que se propone incorporarla a sus proyectos musicales contribuyendo a  su actual reconocimiento. Entonces se da un proceso interesante: Luis Días, Sonia Silvestre, Victor Victor y Guerra toman la base rítmica y melódica de la bachata para enriquecerla y renovarla; más tarde, auténticos bachateros graban temas de Juan Luis. Ya en la nueva generación, como en Raulín o Zacarías Ferreiras se constata el enriquecimiento melódicos porque se fusiona o se le da un matiz de música ligera o balada.


La Bachata Hip-hop de los Jóvenes


Una tendencia se va a crear a finales de 1999 y la década de 2000 hasta la actualidad, con jóvenes domínico-americanos del Bronx neuyorquino o nacidos en Santo Domingo,  pero que de común tienen la influencia de la música pop norteamericana, el hip-hop y el RyB, y toda una simbología en el vestir y en los gestos de la subcultura del rap de la juventud norteamericana.  Son los hermanos Santos, el duo Monchy y Alexandra y más tarde Prince Royce entre otros. Los primeros, grupo Aventura (antes Los Tineller) y Romeo Santos como líder, generalmente inician sus temas con aires tecnos o ritmos como el tango o el flamenco. Prince Royce ha iniciado alguna bachata con "reggae". Están haciendo una fusión que a veces tiende a desvirtuar tanto la propia bachata, que en algunos temas  de Romeo Santos ésta se hace irreconocible;  yo la llamo "bachata light", porque en vez de ser gimiente es melosa. Lo mismo pasa (pasó) con Monchy y Alexandra, incluso con un acento en la forma de cantar muy anglosajón, por lo que sus "bachatas" no son más que música pop, balada al ritmo bachata. 


La situación actual

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Romeo Santos es una muestra (su vestimenta, tan
variada y moderna)  de hasta donde ha calado la bachata
en diferentes sectores de clase y generacionales.
Al final se dan situaciones interesantes que activan una dinámica entre el bachatero tradicional, los de la neo-bachata, y otras modalidades. Y aunque se sigue haciendo la bachata de siempre con su instrumentación y melodías pobres y letra de siempre, algunos figuras de la bachata cantan con grupos musicales que van pareciendo una pequeña orquesta, se introducen teclados y guitarra eléctrica; algunos, como Frank Reyes, consiguen temas de mucha melodía, con interesante y sorprendente escalas tonales. 
(Como constatarán escuchando el ejemplo que enlazo, que tiene hasta cinco temas melódicos sin contar la introducción e intermedios instrumentales: sin duda una de las mejores bachatas que he escuchado):



La bachata que yo llamo clásica  siempre será fruto de las necesidades de unos sectores del pueblo dominicano que vive profundamente esa música porque deviene del gusto de su educación musical y nivel cultural. Lo importante, al fin y al cabo, es contar con muchas y nuevas opciones, con artistas que evolucionen y, por tanto, cambien positivamente el género.


(Este trabajo va como un flashback exponiendo la trayectoria de la bachata mediante una reflexión no tan cronológica, por lo que me he ocupado de confeccionar un diagrama a manera de autopista principal, desde donde las variantes de la bachata clásica son carreteras secundarias, y se ve todo más claro.  Esta es ...
LA RUTA DE LA BACHATA):




(POSDATA CON UN POCO DE HUMOR: Al final admito que aún no soy sistemático oyente de la bachata. Escucho algunas que llaman mi atención. Pero un trabajo de investigación es un trabajo de investigación, y debo hacer su relato sin prejuicios, registrando lo que hay. Por demás, y después de este bosquejo que has leído, espero estar un poco más empapado y al día de los intérpretes bachateros; así, cuando esté en un bar o discoteca y me llame la atención alguna buena bachata, ya no siga preguntando a mi amigo de Vicente Noble: "¡Charli!...¿Y quién es el que canta ésa!").