sábado, 12 de mayo de 2018

GREGORIO LUPERÓN* A TRAVÉS DE SUS ESCRITOS(1)


PRIMERA PARTE 
 -Introducción-



    

El pasado de Latinoamérica ha sido una particularidad de lo militar, del hombre fuerte, del caudillo autoritarista, y asimismo esos elementos han sido una atracción fatal para sus mandatarios, líderes y gobernados. Por eso el papel de las fuerzas militares en nuestra  historia y el papel jugado por sus miembros en uno que otro periodo de nuestra historia común.

DICTADOR MILITAR  DOMINICANO
RAFAEL L. TRUJILLO.
De ahí que el autoritarismo en todos los estamentos permanezca muy presente en la mentalidad de la sociedad y de los políticos de izquierda y derecha: así se fundó la República Dominicana desde 1844 con Pedro Santana,  tradición que tiende a reproducirse generación tras generación. Por esas razones no es extraño que cuando las patrañas de los políticos y la situación social se recrudecen, desesperando a las masas, logramos escuchar de gente del pueblo "aquí hace falta un Trujillo". 

En el caso de la izquierda, ésta tampoco ha superado esa permanente atracción  y erótica del traje militar, ya sea porque en el caso de la admirada revolución cubana sus dirigentes  lo llevaban permanentemente, igual que en el chavismo, o por la admiración hacia los íconos guerrilleros como la imagen del che Guevara, el coronel Caamaño en la Guerra de abril o en la guerrilla de febrero de 1973...



    EL MILITAR FRANCISCO ALBERTO
CAAMAÑO, FORMADO EN LA
DICTADURA DE TRUJILLO, LUEGO

SUPO ESTAR JUNTO AL PUEBLO.
DIRIGIENDO LA GUERRA DE ABRIL
DE 1965.    
Por eso no es raro que al poder le encante presentar a los próceres de las luchas independentistas del siglo 19 engalanados con sus trajes militares. Claro, muchos lo fueron de vocación como Simón Bolívar que además tenía sueños imperiales, ya que fue muy admirador de Napoleón Bonaparte a quien quiso emular intentando fundar un gran imperio latinoamericano.

Pero el caso de Bolívar los podemos contrastar con la mayoría de  próceres y caudillos dominicanos, de los que mencionaré a Francisco del Rosario Sánchez, Juan Pablo y Vicente Celestino Duarte, Matías Mella, Pedro Santana, Gaspar Polanco, Pimentel, Gregorio Luperón... Para todos ellos, convertirse en militar fueron circunstancias ocasionales.

Las ideas de Juan Pablo Duarte (prócer instituido como el "Padre de la patria" dominicana), por ejemplo, no inducen a pensar que le deleitaba en demasía que le llamasen militar,  comandante o general Duarte. Pero año tras año, celebración tras celebración, los políticos insisten en ello pues en su sicología profunda desean que se reproduzca y permanezca esa mentalidad del autoritarismo y el hombre fuerte, para seguir comportándose en el Estado como mandones arbitrarios, abusivos e injustos. 

De ahí que  ser presidente de  República Dominicana o países latinoamericanos, es serlo del régimen presidencialista, del hombre imprescindible para todo, el de la última palabra. Ni la derecha, ni los social-demócratas ni la izquierda marxista trabajan por una república parlamentaria. Creo que esta propuesta nunca les ha pasado por la cabeza.


Y penetrando en el caso que nos atañe, observemos el ejemplo de Gregorio Luperón a quien se ha presentado toda la vida con el clásico traje militar y pocos conocen u obvian la fotografía que ilustra el arranque de este texto;  pero él mismo es la más contundente desaprobación de la preeminencia de esas imágenes castrenses cuando en ocasión de rechazar el puesto de Comandante de Armas, 
 porque ese destino se hallaba "en abierta oposición a mis deseos", así se expresó:

"Son las circunstancias excepcionales de la Revolución, las que me han decorado con el título de General, nunca he sido militar y prefiero ante todo el dictado de Ciudadano. Al lanzarme a la arena de la Revolución sólo he tenido por móvil el ansia de ver restaurada la República, sus leyes y libertades". (1)

Es ampliando esa frase con su práctica y revisando sus escritos como constataremos su vocación de "ciudadano", que por cierto no es una palabra gratuita, sobre todo cuando Luperón la trascendentaliza escribiendo en mayúscula su primer fonema.(2)

Como arranque de este análisis, podemos decir que ningún líder político del siglo XIX representa con tanta certeza la fisonomía generalizada del pueblo dominicano caracterizada por una población mayoritaria de afrodominicanos, es decir con ese mestizaje fruto de la cohabitación de hombres blancos con mujeres negras, o fruto también del derecho de pernada que ejercían los esclavista o amos sobre esclavas y criadas. 

Baste constatar que Buenaventura Báez, cinco veces presidente de la Républica (y según los estudios padre de la oligarquía dominicana debido a las uniones que sus descendencias cristalizaron con otras familias adineradas hasta nuestra época) fue hijo de una esclava de la que dispuso su padre Pablo Altagracia Báez. Así fue la formación del conglomerado dominicano.





Seguimos...Si no yerro, ningún líder político o prócer del siglo 19 plasmó tanto por escrito su pensamiento y afanes para que su país se encauzara por el desarrollo económico y democrático. Ninguno como Gregorio Luperón. Y ninguno como él fue cronista de los acontecimientos de los que fue partícipe los cuales nos dejó en sus "Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos"(3) lo cual evidencia "su conciencia histórica", al decir del historiador Roberto Cassá.



IMAGEN DE UN GREGORIO
LUPERÓN EN SU MADUREZ.
Además completa su personalidad el haber sido de ascendencia pobre y esclava; se formó a sí mismo y tuvo que trabajar afanosamente para sí y la familia, por lo que a la escuela "iba cuando podía". Así se auto-caracteriza:


"Desde niño tenía que trabajar sin descanso, para ayudar a llenar las necesidades de la familia, yendo de noche a pescar al mar (...), trabajando pan por la madrugada, vendiendo frutas en el mercado, dulces en los cuarteles y agua en un burro el resto del día".(4)

Gregorio Luperón tenía vocación de burgués. Dados los antecedentes de su infancia, siempre en una actividad comercial, a los veintes años ya estaba establecido con un negocio en Sabaneta del Yásica, en su provincia natal Puerto Plata. Muchas de las responsabilidades de gobierno rechazó por dedicarse a su actividad comercial, pero también se sirvió del Estado en algún momento para reforzarlas.(5) Su lucha es la lucha de la pequeña burguesía media por desarrollarse, ascender, ser de los "dones" de la época. E igual que la clase comerciante de la ciudad a la que pertenecía Juan Pablo Duarte, luchaba porque su actividad no fuera regida por intereses extranjeros, los cuales eran una patente traba a su desarrollo.

El retorno de la dominación española en 1861 discriminaba a los nativos, y siendo que en Cuba y Puerto Rico mantenían la esclavitud, esa anexión no auguraba nada bueno. Por tanto para Luperón y el pueblo dominicano fue un imperativo deshacerse de la dependencia con España para que su clase social siguiera ascendiendo y para que la sociedad dominicana mantuviese estabilidad, no estuviese expuesta a sobresaltos que castraran su desarrollo. Y esto, aún siendo que era luchar por sus intereses, igualmente lo era por su país  como lo haría toda burguesía nacionalista.

 Por eso su admiración por Francia a la que denominó "el lazo de confraternidad de la democracia universal". Acerca de la vida allí comentaba por carta y  maravillado a un amigo desde sus funciones diplomáticas y periplo por Europa:



"Usted no ignora lo que es esta vida de por acá, porque nadie nos habla de revoluciones, ni de conspiraciones(...) y se sienta uno a comer tranquilo y se acuesta en paz y se despierta cada día para ver algo nuevo y a aprender, pensar, admirar nuevos descubrimientos, nuevas obras de utilidad pública y mil cosas prodigiosas. (...) Vida en que uno se siente libre y se halla garantizado en un orden legal estable y dispone de sus movimientos, de su tiempo, de su independencia".(6)



A FINALES DEL SIGLO XIX LA REPÚBLICA DOMINICANA ESTABA
TODA POR HACER.












Auténtica aspiración burguesa su fascinación por las sociedades europeas, que igual que la de Estados Unidos de la época,  a ritmo de inventos científicos e infraestructuras forjaban un futuro de desarrollo económico/social estable. Y Luperón después de guerrear, al parecer añoraba ese sosiego y estabilidad que permitiera a su clase continuar su desarrollo; en realidad nunca tuvo esa paz institucional/social/ personal, y siguió luchando toda la vida. La formación, realidades y época de los países latinoamericanos no daba pie a otras opciones. Ya Simón Bolívar rotundo llegó a expresar que "La América es ingobernable".

Soldado cuando se le necesitaba, político, comerciante y pensador. Gregorio Luperón siempre estuvo conectado (y orientándose) con los intelectuales más liberales y progresistas de la época, tales como  Eugenio M. de Hostos, Rodríguez Objío, Pedro. F. Bonó. En sus escritos veremos toda su preocupación acerca de educación,  economía, antiimperialismo y colonialismo, antillanismo, libertad de prensa, inmigración, temática de la mujer, etc., asuntos que trataremos en varias partes en  escritos siguientes. 


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*Gregorio Luperón fue uno de los más destacado combatiente y dirigente en la Guerra de la Restauración de la República Dominicana luego que ésta volvió a ser colonia de España en 1861, acción negociada por el hatero Pedro Santana. Aunque no fue de los primeros que iniciaron esta rebelión patriótica, su arrojo y capacidad intelectual le situaron como líder de una fracción de la pequeña burguesía  que deseaba ascender socialmente.

(1) Citado por Hugo Tolentino Dipp en Perfil nacionalista de Gregorio Luperón en la Revista Clío 120, Academia Dominicana de la Historia, ADH. Pag.31.

(2) La noción de "ciudadano" ha sido teorizada desde diferente enfoques y términos por intelectuales como Américo Lugo, el doctor Moscoso Puello, Juan Bosch, Juan I. Jimenes Grullón, Diógenes Céspedes...pero el resultado ha sido el mismo: el conglomerado dominicano no tiene consciencia de ser ciudadano, no tiene conciencia social ni política, ni consciencia de clase ni de ser sujeto; desconoce que forma parte de un país no por el mero hecho de estar juntos en una geografía, sino para hacer cosas juntos en provecho de todos.

(3) Editorial El Diario, Santiago, R.D., 1939.

(4) Obra Citada, Tomo I, pags. 88-89.

(5) No desmerece a esos próceres plantear estas cuestiones. El Estado era casi la única forma de ascender socialmente en esa época. Las cosas son como son; hay que ver a los personajes históricos dentro de su época y su ambiente; tomarlos por "santitos" en el ayer, no ayuda hoy a una acción política correcta sino idealizada y nostálgica. Es plausible la hazaña de los próceres de la independencia de Estados Unidos, pero sin complejos continuaron la esclavitud de la que casi todos eran beneficiarios con sus partidas de esclavos. Simón Bolívar y su familia eran esclavistas, y familiares de Duarte en Venezuela poseyeron algunos esclavos.

(6) Carta a un amigo no especificado de Puerto Plata desde París, abril de 1879, publicada en el periódico El Porvenir en mayo del mismo año, e inserta en Escritos de Luperón, compilación y notas de Emilio Rodríguez Demorizi, Revista Clío no. 38. de la ADH, R.D.