miércoles, 1 de octubre de 2014

¿QUÉ PASÓ CON DUARTE EN VENEZUELA?

(Juan Pablo Duarte, después de ser ideólogo, organizador, todo un líder de la juventud de su tiempo, y promotor de la Independencia de la República Dominicana, dejó perder  su liderazgo como fruto una estadía inexplicable de casi 20 años fuera de su país. ¿Por qué? En este trabajo trato de indagar las causas y  sigo sus pasos por Venezuela para aclarar un poco el asunto que a los historiadores profesionales no le ha interesado investigar con más ahínco).


Juan Pablo Duarte y Díez, hijo de un comerciante
español de Cádiz, se convirtió en Padre de la
Patria dominicana.
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En los relatos históricos que se articulan acerca de los héroes, próceres, padres de la patria y libertadores, un aspecto muy común de los mismos es que se sacraliza esas personalidades hasta distorsionar y ocultar hechos o negarse a investigar otros. Las autoridades y gran parte del pueblo se sienten cómodo al celebrar lo establecido sin crítica, separando a los grandes hombres y mujeres de su realidad, de su época. Si no lo haces así te caen encima todos los poderes de los aparatos ideológicos del Estado para regañar y condenarte

 La aureola de "santo", "cristo", "apóstol" "inmaculado" que muchos historiadores  o escritores les han impregnado a Juan Pablo Duarte,  determina que quien desee hurgar algunos hechos desconocidos o pocos investigados de su vida para situarlos en su contexto, sienta cierto temor "como si fuera una especie de sacrilegio o profanación abominable". Y ese temor quizás es el mismo que denoto yo (lo admito) haciendo estas aclaraciones introductorias; pero son necesarias y válidas para tratar el largo exilio en Venezuela del Padre de la Patria Dominicana sin quitarle el valor indudable de prócer.

 Pero claro, aquí no se trata de denigrar ni de hablar mal de nadie, sino de completar la vida del dominicano más venerado de todos los tiempos. Sabemos que desde 1845 a 1863 Duarte es una incógnita. Un periodo inexplicable. Después que fue desterrado por Pedro Santana en 1844 muy poco conocemos de sus actividades, salvo algunos datos sueltos. La importancia de develar esa parte de su vida ha  de emprenderse.

 Hasta ahora los apologistas tradicionales, entre ellos Joaquín Balaguer o Pedro Troncoso Sánchez, en su visión novelesca han denominado esta etapa de Juan Pablo Duarte como de expiación, de beber un cáliz que le lleva a vivir "encerrado en sí mismo como un monje en su celda" (El Cristo de la Libertad). Lo sitúan alejado de las pasiones humanas, como el romántico buscando "consuelo en la naturaleza agreste" o como el eterno desterrado llorando sus penas en un exilio que, supuestamente, nunca tuvo la posibilidad de revertir. Claro, como escribió el profesor Pedro Conde Sturla, ese Duarte es el que interesa al Estado, a los diferentes gobiernos y a las clases gobernantes; un Duarte inalcanzable, místico y mítico, objeto de culto, no objeto de reflexión que culmine en un aprendizaje revolucionario.


El popular y a veces sensacionalista estudioso de la historia, José Conrado Novas no cree, acertadamente, que una persona con una buena educación, cosmopolita y citadino, por un simple capricho se haya retirado a la selva venezolana del Orinoco a una vida distinta a la que estaba acostumbrado, cual si fuera un anacoreta. Para Amadeo Julián, Duarte después de su expulsión de Santo Domingo convirtió su destierro en un exilio voluntario a partir de 1845.

El historiador venezolano Lic. Juan Carlo Reyes cuenta que al parecer Duarte fue evadiendo las zonas urbanas conflictivas. Venezuela en esa época era un polvorín de guerras civiles, montoneras, guerrillas. Esta inestabilidad, y el estatus de Duarte como extranjero y desterrado del gobierno dominicano, hizo que se retirara de la ciudad a otras regiones para evitar problemas, ya que el gobierno venezolano mantenía buenas relaciones con el dominicano. Se dice que se internó en la selvática zona de San Carlos de Río Negro, luego fue llevado por un sacerdote portugués a San Fernando de Apure,  de donde se conocen  pocas actividades y algún escrito que dejó en publicaciones de una sociedad cultural, "Jóvenes de Achaguas".

(Acerca de su presencia en la región de Río Negro algunos estudios la establecen como pura leyenda. Ciertamente, no existen muchos indicios concretos, y esto lo demuestra el venezolano Juan Jiménez de la Rosa en un informe muy detallado que remite al Instituto Duartiano (Ver Boletín No. 9 . 1972) Sin embargo el Padre Meriño, que  visitó  a Duarte en 1865, en su discurso u honras fúnebre con motivo de la muerte del prócer menciona este paraje seguramente porque en su conversación el prócer se lo habría referido.  En todo caso, es relevante que en San Carlos de Río Negro una calle lleve el nombre de Duarte)

San Carlos de Río Negro es una zona selvática de Venezuela cerca de las fronteras de Colombia y Brasil  que, aún hoy, es de difícil acceso. Alejado de los centros urbanos de Venezuela, allí fue a establecerse Juan Pablo Duarte, por lo que por muchos años se desconoció su paradero. 


Los "Apuntes de Rosa Duarte"(cuando lo cite de aquí en adelante, lo haré como ARD, edición del Instituto Duartiano) confirman esto al decir que "12 años estuvo errante en el interior de Venezuela recorriendo la parte oriental y occidental". Pero a partir de esa referencia se percibe que Rosa Duarte conoce poco de la vida de Juan Pablo Duarte en esos casi veinte años en Venezuela. Su "Apuntes", que está organizado por meses y años,  después de 1945 salta a 1862 cuando de nuevo entra en escena nuestro prócer.

Sus propios familiares creyeron por muchos años que había muerto y supo del fallecimiento de su madre (1858) varios años después de ese acontecimiento. No encontramos en los "Apuntes" ningún texto explícito que lo confirme, pero se puede colegir al no contar nada de Duarte de 1845 a 1862; además, hasta ahora ningún historiador documenta su presencia ante la fenecida progenitora.  Lo que sí pudimos leer es la confirmación del lamentable y evidente despiste  y desvinculación familiar de Duarte: La hermana del creador de la nacionalidad dominicana transcribe lo que parecía, como anota el eficiente compilador histórico Emilio Rodríguez Demorizi, algún fragmento de Memorias de  Duarte desaparecida que utiliza  su hermana porque las reproduce en primera persona como si hablara Duarte: "Recibo cartas de mi familia que creyéndola en Santo Domingo, se hallaba en Caracas" (ARD, subrayado mío, jprt).

Emiliano Tejera hijo de un fundador de la Trinitaria escribe un discurso que fue leído en el Congreso Nacional el 27 de febrero de 1894 en ocasión de proponer un monumento a Juan Pablo Duarte. El mismo es una reseña histórica y alabanza de las acciones del Padre de la Patria; sin embargo no oculta el consabido vacío en la continuidad cronológica de los hechos al igual que en los Apuntes de Rosa Duarte. Dice: "Años después se preguntaban los amigos de Duarte cuál había sido la suerte del insigne y desgraciado dominicano. ¿Vivía aún? ¿Abrumado por la iniquidad de sus contrarios había descendido al sepulcro? Nadie lo sabía. Al regresar de Europa hundiose en las soledades del interior de Venezuela, se ignoraba si había sido presa de las fieras, o víctima de las inundaciones o las enfermedades." (Escritos Diversos de Emiliano Tejera, AGN).  Manuel Ubaldo Gómez en una conferencia impartida en La Vega (1932) dijo que "de Europa se fue al interior de Venezuela donde pasó largo tiempo, ignorado hasta de sus familiares, de allí volvió a la patria cuando una casualidad llevó a su conocimiento que la República(...) había sido proclamada en los cerros de Capotillo y se peleaba por la libertad" (Revista Clio 110, Academia Dominicana de la Historia, subrayado mío).

De San Carlos de Río Negro (en el Estado de Amazonas) Duarte fue llevado por
un cura al Estado de Apure en la comunidad de San Fernando, más poblada pero
aún alejada  de los principales centros urbanos en los que vivían sus familiares en
Venezuela
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Por consiguiente existen muchas interpretaciones sobre este periodo en la vida de Duarte. Y es lógico por el oscuro velo que se cierne sobre el mismo. Es culpa de los historiadores por tenerlo como historia sagrada. Hasta que no se investigue con seriedad, y creo que no hay voluntad, habrá que tenerlas todas en cuenta. Ofrezco a continuación las teorías, interpretaciones, especulaciones acerca de este periodo en la vida de Juan Pablo Duarte: Que se retiró a las selvas del Orinoco con cierto trasfondo de religiosidad y misticismo a llevar una vida de guía espiritual de los nativos de esas regiones; que llevaba unos negocios en la selva haciendo transacciones de materias primas; que su desaparición se debió a un factor patológico que debe estudiarse desde la rama de la medicina que corresponda; de esto último hay certezas por sus permanentes calenturas, fiebres cerebrales y paludismo; que como parte de lo anterior, sufrió una depresión muy aguda,  unos comportamientos extraños que le alejaron de la vida urbana y al parecer no le interesaba su vida pasada.


 Además, otros dicen que lo anterior se debió a su carácter triste y depresivo que denotó en sus versos en los que no hay una línea ilusionada o esperanzadora. Que deseaba mantenerse alejado de las rencillas políticas, ambiciones de poder y corrupción en la que los líderes estaban sumergido en República Dominicana. Agrego las aseveraciones de Américo Lugo quien alega que a Duarte aun siendo una "figura inmaculada", "le faltara el don del heroísmo, esencial en todo libertador de pueblos". En el fondo Lugo coincide con Sumner Welles que en "La Viña de Naboth"  parece justificar y casi elogiar  la supuesta incapacidad de Duarte para llevar un proceso tan complicado en una República Dominicana dominada por la informalidad,  el autoritarismo y el caos permanente: "La brevedad de su carrera pública en la que puso de manifiesto su carencia de ambición personal(...) lo incapacitaba, tal vez, para ser el gobernante que aquellos tiempos exigían. Es posible asumir que le faltaba el don de dirección práctica requeridos en los años largos que habían de transcurrir antes de que un régimen de verdadera constitucionalidad llegara a ser un hecho"(ob. cit.).

Hay unos actos puntuales incomprensibles. Depuesto Santana, el 23 de septiembre de 1848, durante la presidencia de Manuel Jimenes, el Congreso Nacional aprobó un decreto en beneficio de los desterrados en 1844. Se acogieron inmediatamente a él, Sánchez, Mella, Juan Isidro Pérez , Vicente Celestino Duarte y otros; Juan Pablo  no retorna. Y casi dos años antes de la Anexión la Cancillería instruye al Comisionado del gobierno en asuntos de los emigrantes a que "no se permita que se admitan pasajeros de ninguna clase, excepto al señor Don Pedro Núñez de Cáceres, la familia Duarte y aquellos dominicanos que puedan ser útiles al país y que no hayan tomado parte en los últimos acontecimientos políticos ocurridos desde 1844" (ARD, nota de Emilio Rodríguez Demorizi).  Al comentar esto Emilio Rodríguez Demorizi expresa que "permaneció en su obstinada ausencia, no obstante los reclamos del gobierno".


El motivo de enfermedad puede ser fundamental para una investigación exhaustiva  Yo me inclino por ese sendero; pero no desde la teoría de que vino diezmado de salud a causa sólo de la selva, sino como una patología que le acompañó toda su vida. En los momentos inmediatamente anteriores a su exilio (con sólo 31 años) ya iba con deficiencias de salud: "A las 6 de la tarde rodeado de numerosa tropa bajamos al muelle. Yo iba enfermo con las calenturas que había traído de Puerto Plata. Me apoyaba para poder andar en los brazos de mi hermano Vicente y su hijo Enrique" (ARD). 

Y cuando llegó a República Dominicana  en 1864 en plena guerra de la Restauración, después de viajar por algunas regiones salió de Guayubín otra vez enfermo, según cuenta Manuel Rodríguez Objío en su Relación Cronológica del itinerario de Duarte  desde Venezuela a Santo Domingo. Ulises Espaillat, en ese momento vicepresidente del país, le ofrece un puesto diplomático "fuera de riesgos y peligros". Duarte lo rechaza y, a pesar de que antes se ofreció a que le asignaran alguna misión de guerra, alega para no asumir el puesto diplomático "que el mal estado en que se encuentra mi salud no me permite aceptar por ahora el alto honor que se pretende hacerme(...) no podría  desempeñar el cargo con aquella regularidad, acierto y presteza que requieren las circunstancias, la dignidad del gobierno y mi propio honor"(carta del 15 de abril de 1864, ARD).  Digo que eran motivos sin fundamento porque si no tenía la suficiente salud para desempeñar un cargo diplomático, mucho menos podía participar en actos de guerra.


Sin embargo  el 22 de abril de 1864 sucede algo que le hace cambiar de opinión con celeridad: se entera que el 28 de marzo se  había publicado contra él un durísimo artículo en el periódico el "Diario de la Marina" (al servicio de los intereses imperiales españoles en el Caribe).

El libelo no guarda ninguna contemplación con el patricio porque su intención es sembrar cizaña: "Éste Duarte, de nombre Don Juan Pablo, es sujeto que hizo gran papel en 1844, cuando se formó la República Dominicana. Salió proscrito para Venezuela, donde hasta el día (sic)  se había obstinado en permanecer oscuramente".  El articulista, prácticamente anónimo, sólo firmado como "G",  recalca que "el presidente Pepillo Salcedo, Polanco, el generalísimo, y los no menos generalísimos Luperón y Monción, no querrán  ceder la preeminencia que hay entre los suyos y verán de reojos al recién venido, a quien considerarán como un zángano perezoso que viene a libar la miel elaborada por ellos"(insertado por Emilio R. Demorizi en una nota a los ARD

(Ya sabemos que aceptado su cargo de Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada(Colombia) y Perú, con sólo unos meses en la Patria se fue de nuevo a Venezuela; y aunque su misión diplomática terminó en 1865, al salir de Santo Domingo las últimas tropas españolas,  no volvió a su tierra; sumó 12 años más fuera de República Dominicana  hasta que sus restos fueron repatriados durante el Gobierno de Lilís).


El afrodominicano Gregorio Luperón, fue el fruto del liderazgo
 formado durante la Anexión de la República Dominicana a España 
y ante la ausencia de Duarte por casi 20 años.
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Aquí hay que acotar que, aparte del ataque interesado e implacable del Periódico "El Diario de la Marina", el artículo de marras denotaba una realidad: Duarte, ante una ausencia larguísima del país, había perdido su capital político ante el empuje del liderazgo de una nueva generación.

Se le respetaba pero la pequeña burguesía dominicana tenía nuevos líderes y, aparte de Luperón,  Gaspar Polanco, etc. (y los de 1844 que se mantuvieron en la lucha como Mella, el asesinado Sánchez,  Vicente C. Duarte y otros) en todo ese periodo de ausencia Santana y Buenaventura Báez en diferentes etapas fueron líderes de la pequeña burguesía y este último lo sería después de la Restauración, apenas retiradas las tropas españolas en 1865 (Juan Bosch lo explica muy didácticamente en sus obras Composición Social Dominicana y La Guerra de la Restauración).

Éstas fueron las causas de la intrascendencia de Duarte en ese momento. Por eso creo que es erróneo e injusto que Américo Lugo al querer situar a Francisco del Rosario Sánchez como "el verdadero Padre de la Patria" dice que Duarte "entre morir con las armas en la mano y servirle a la causa de la Restauración en Venezuela, optó por lo último". Realmente no tenía la capacidad política para elegir, ya no se le consideraba útil en el país y por eso le mandaron a un cargo diplomático, como es la regla cuando un personaje prominente ya no es necesario en un momento político. Es posible entonces, que este artículo del periódico colonialista le hiciera caer en cuenta de la amarga realidad.


 Por demás, creo que Juan Pablo Duarte nunca dejó de creer en sus ideales y en su interés por la política,  la cultura y el saber. Cuando se había repuesto de sus impedimentos (fuesen cuales fuesen) volvió a preocuparse por el país que contribuyó a crear. En Venezuela, mientras preparaba en 1863 su regreso a la República Dominicana, recababa recursos económicos y militares para la Restauración. Era manifiesta su oposición a los entreguismos o protectorados como se les llamaba entonces, ya sea de Francia, Estados Unidos, Inglaterra o España. Fue quien preparó y organizó los ánimos, fue el padre de la Patria, y otros los libertadores. Propugnó por un Estado burgués liberal al estilo del que había visto en Francia, Inglaterra, Estados Unidos. Pretendía un Estado organizado fundado en una nación, con respeto a las leyes y la separación de los Poderes del Estado, y no un Estado en base al autoritarismo, el clientelismo y patrimonialismo, como hemos tenido hasta la actualidad. Creía en un Estado que tuviese en cuenta a todas las razas de la nación, de ahí que rechazara los intentos de la oligarquía infiltrada en La Trinitaria de dejar fuera del proyecto de Constitución este aspecto. Cuenta Rosa Duarte que rompió el borrador de Carta Magna profundamente irritado por esas posiciones racistas.

  Ya hemos visto las causas de la desvinculación y/o desaparición del patricio Juan Pablo Duarte: Su grave patología, asunto evidente y registrado históricamente. ¿Pero esto bastaba para que se efectuara esa desaparición del ámbito público y estar incógnito en una selva? Yo creo como conclusión y coincidiendo con algunos que han tratado el asunto, lo que expondré en el siguiente párrafo.

Sabemos que Duarte provenía de una familia de la alta pequeña burguesía comerciante  y exportadora; y él mismo ejerció esos oficios, era un negociante.  Se cuenta que después de abandonar Alemania y llegar a Venezuela se dedicó a  comercializar pieles de caimanes, que sabemos eran de gran utilidad y demanda, así como también plumas de una especie de garza,  negocio también con mucha demanda para exportar a Europa pues estaba de moda para añadir a algunos complementos de las vestimentas como los sombreros. Entonces es posible que en uno de sus desplazamiento comerciales haya sufrido una crisis muy grave, tan tremenda y de tales dimensiones que  le dejara varado y en el desamparo por muchos años en la selva y hasta pudo haber perdido la memoria. Objetivamente no se ve otra justificación. Lo digo porque nuestro creador de la nacionalidad dominicana conservaba su interés por la cultura y el saber. Cuando  fue embarcado a Alemania, siguió estudiando geografía y  comenzó a aprender la lengua alemana, cuyo aprendizaje fue facilitado porque dominaba el latín.  En Apure escribió en una sociedad cultural. Al enterarse de la Guerra Restauradora se movió para retornar mientras colectaba dinero y armas. En fin conservaba sus ideales y sentimiento hacia la patria.
Escudos de las repúblicas de Venezuela y Dominicana

Igual que el caso de  José Gabriel Luperón y su participación en los ejércitos de Lincoln y la guerra Civil Norteamericana (Ver mi artículo "José Gabriel: un Luperón en los ejércitos de Lincoln") los datos que clarifiquen esa participación hay que buscarlos evidentemente en el el extranjero: En Estados Unidos los referentes al hermano de Luperón y en Venezuela  los de Juan Pablo Duarte.

Además, teniendo en cuenta que la medicina hoy no es la misma que en el siglo XIX, si es necesario someter los restos del patricio a la medicina moderna, pues que se haga como hizo el gobierno de Hugo Chávez con Simón Bolívar para esclarecer las causas reales de su muerte. Para mi es indiferente una investigación de la muerte de cualquier hombre ilustre, literato, héroe de la patria, si esto no tiene incidencia en su trayectoria pública. En el caso de Duarte en evidente que su enfermedad le limitó su vida pública, su accionar y afectó su liderazgo.

 Los pormenores de alguna grave  patología en una etapa de su vida, si así fuese,  no debe ocultarse porque se hace esencial para completar su biografía y evitar tantas especulaciones, teorías y supuestos. Le seguiremos queriendo igual, aunque valorando lo negativo que quizás fue para su persona, sus ideales, liderazgo y capital político haberla sufrido.


( Igual como es doloroso ver que la vida coloca a Juan Bosch en los últimos años de su vida confinado en el vacío y la niebla espesa del olvido de todo lo que investigó y escribió, fruto de la enfermedad de Alzheimer. Yo creo que en la más cruel y terrible de las enfermedades a la que puede confinarse a un hombre del que la esencia de su vida era el uso del cerebro, la memoria, leer, escribir, teorizar, conocer...y no hay que ocultarlo en su biografía como pasa ahora con Juan Pablo Duarte)

Es evidente que los políticos, y la mayoría del pueblo dominicano, muchas veces prefiere mantener una aureola mitológica en nuestros grandes hombres porque el mito muchas veces  posee un valor indudable, lo admito, y promueve los mejores sentimientos de amor y veneración del pueblo. De acuerdo;  pero asimismo a los héroes hay que seguir queriéndolos con su humanidad, sus defectos, sus desconocimientos y errores,  ya que actuaron influenciados por circunstancias que a veces ellos no podían controlar o eran las que el desarrollo social y económico de nuestra república permitían*
                                                                                                                                                    




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