viernes, 28 de junio de 2019

APORTE JUDÍO A LA REPÚBLICA DOMINICANA(2)


"Los que quedaron,
los que enraizaron en esta tierra,
hicieron de sus hijos dominicanos verdaderos.
Tal vez haya algunos que aceptaron con más cariño
la tierra de sus padres, pero esos eran y son los menos"( 1)
Dr. Antonio Zaglul Elmúdesi




3
-JUDÍOS Y NACIONALIDAD DOMINICANA-



3.1 Antes y después de la Independencia.
La inmigración era un gran asunto que siempre estuvo en los planes de los gobernantes dominicanos después de la independencia política y la formación de la República Dominicana. Son constantes los esfuerzo por atraer emigrantes a la isla. Lo que percibo y constato es que en las más lúcidas mentes del país existía el convencimiento de que, sin menospreciar al pueblo, los campos estaban despoblados y reinaba un sopor que llevaba a la rutina, que se cultivaba casi para subsistir, y había poco incentivo para innovar, revolucionar y emprender nada en la producción. Era contundente esta frase para definir lo que pasaba en el país: "algún extranjero activo y laborioso viene a nuestro suelo y hace en un día lo que los naturales no hacen en un mes".(2)


Una obra de teatro romántica que narra
la problemática que ocasiona los amores
de un hebreo con una señorita criolla,
temática conectada con el origen judío
de este autor dominicano, Federico

Henríquez y Carvajal.
De ahí el interés por defender y atraer  inmigración, y no hay distinción entre los liberales de Duarte y Luperón y los oligarcas despóticos. De éstos últimos constatamos como el autoritario Presidente Pedro Santana (primero constitucional) sale a defender a los comerciantes judíos sefarditas en los primeros años de la República antes los ataques y encerronas de los comerciantes locales. Éstos últimos, por ejemplo en La Vega, en 1846 solicitaron al presidente medidas contra los primeros.


Noel Henríquez Athias, tronco
judío de la familia Henríquez,
proveniente de Curazao
¿Cuál era la queja? Pues que los judíos compraban a precios más altos a los productores, y podían hacer esto eliminando los intermediarios, comprando directamente. Santana, contesto rotundo  a los comerciantes veganos que...

"No es el pueblo el que se queja, pues no hay agricultor alguno a quien se le ocurriese quejarse de que un judío le dé cien pesos por un quintal de tabaco, que un dominicano solo le pagaría en cincuenta." (3)

Como es evidente, esa actuación sefardí en el comercio ponía un toque del incentivo que no tenían  los productores agrícolas  por los abusos en la compra de sus productos.  Y ese incentivo a la activación del comercio y la economía de los menos poderosos también la inyectaron 70 años después los inmigrantes libaneses y sirios cuando comercializaban directamente con el pueblo, llevándole, sin intermediarios, los productos para su consumo, incluso dejándolos a modo del fiado, lo que era una gran ayuda que permitía al pueblo disfrutar de los últimos bienes provenientes de la capital.

El Primer Presidente Constitucional
de la República Dominicana salió en
defensa de los comerciantes de origen
judíos sefarditas.
Pero hay un dato interesante que nos aporta Pedro Santana en su misiva, vía Jefe Superior Político* de la provincia, era que "Esos que allá persiguen, y otros que aquí residen, han sido los primeros en aportar sus fondos para subvenir a los gastos de la guerra(con la República de Haití), en los mismos momentos en que algunos dominicanos nada hacían, ni prestaban, sino que desanimaban con su mal ejemplo..." (4)

Efectivamente. Como vamos descubriendo en el número antes citado la Revista de la Academia Dominicana de la Historia (Clío), el economista Manuel M. Montás Betances en su ensayo-conferencia de abril de 2014 revela que "testigos presenciales de la época, han destacado el papel de los comerciantes sefarditas en el proceso de separación  e independencia de la República Dominicana de la República de Haití(...), a la cual aportaron capitales(...) para toda clase de mercancías y armamentos desde Curazao".(5)

Es evidente. Los judíos sefardí o sefarditas estaban jugando un papel importante en la isla de Santo Domingo desde la misma llegada de Cristóbal Colón a territorio americano. Y como evidencia la historia universal, estaban primordialmente en las profesiones liberales (médicos, ingenieros...) el comercio y en las universidades aportando sus conocimientos. Sólo basta recordar la labor que hicieron (junto a musulmanes) en la corte fuera de serie del rey Alfonso X el Sabio, recopilando, traduciendo y difundiendo los saberes de la antigüedad clásica de Roma, Grecia y la tradición árabe, al verterlo en lengua castellana.
Ilustración de la época en la que se muestra al rey Alfonso X , El Sabio, rodeado de traductores y sabios judíos y musulmanes que enriquecieron el acervo cultural y científico de la España del siglo XIII.

Así los vemos sortear los obstáculos que como consecuencia de la expulsión de judíos y moros se cristalizó en mismo año del viaje de Colón (1492) y que les impedía juntarse con los de "sangre limpia"; muchos logran embarcarse en los viajes al nuevo mundo.

El sociólogo holandés H. Hoetink en su notoria obra sobre el pueblo dominicano sostiene que
"Fue sólo como consecuencia del Tratado de Basilea (1795) que Santo Domingo se convirtió en el lugar más atractivo para el establecimiento de inmigrantes judíos, de lo que había sido durante la dominación española". (6) 


Hay que recordar que en ese tratado España cedía a Francia la posesión de la parte este (hoy Rep. Dominicana) de la Isla Española; como consecuencia, La Real Audiencia española fue trasladada a Cuba, y no hay que decir más del porqué el aliciente de los judíos sefardíes por establecerse en Santo Domingo ahora que no iban a estar gobernando los españoles, los acosadores de  "la sangre impura". 


Más tarde, durante el periodo de la unificación de nuevo de la isla durante la ocupación de la República de Haití a la parte este, es cuando numerosas familias sefardíes volvieron a establecerse aprovechando las garantías jurídicas y comerciales que el gobierno del presidente Boyer les ofreció: Haití había entrado en el comercio internacional pues antes, por haber sido la primera república independiente de América Latina, había sido víctima de un bloqueo comercial de España, Estados Unidos y Francia.

De 1824 data la construcción del cementerio judío en la capital de Santo Domingo en el sector llamado Ciudad Nueva y allí está el testimonio del primer enterramiento judío en Santo Domingo en una de sus lápidas: "Jacobo Pardo, nacido en Ámsterdam y muerto en 1826 con 46 años".

De esta época es la llegada de las familias más importantes como los Cohen, Marchena, Curiel , protagonizando un papel trascendental en el desarrollo la economía dominicana. Pero para final de la década de 1850 la mayoría, que no todos, los comerciantes judíos sefardíes se marchaban de la isla ante la inestabilidad política generadas por amenazas de invasión haitiana, o la ocupación por alguna potencia europea; ante los desastres económicos financieros ocasionados por Buenaventura Báez y los vaivenes de la guerra civil desatada contra éste. Y también cuando se vio que al derrocar a Báez y asumir de nuevo el mando Pedro Santana se desataron los aprestos para la anexión a España, circunstancias que no eran favorables a los sefardís y de las cuales recelaban pues sabían que entraría en escena, una vez más, el antisemitismo de las autoridades españolas. El 18 de marzo de 1861 se consumó lo que temían los comerciantes judíos sefarditas, y con ello, el declive económico momentáneo de esa comunidad: República Dominicana volvió a ser colonia española.



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* Esto es equivalente al término Gobernador Provincial utilizado actualmente

(1) Artículo "Inmigración y nacionalidad" publicado en el diario El Caribe en junio de 1974 e inserto en Obras Selectas Tomo II, publicaciones del archivo General de la Nación. Editora Búho, Santo Domingo, 2011. Pag. 189.

(2) Revista Clío de la Academia Dominicana de la Historia, No. 189,  2015. "Historia Empresarial de la República Dominicana. El papel de la Inmigración Judía" del economista Manuel Moisés Montás Betances. pag. 187.

(3) Idem. pag. 186.
(4) Idem. Pag. 187.
(5) Idem. Pag. 181.

(6) EL Pueblo Dominicano: 1850-1900. Apuntes para su sociología histórica.  Colección ESTUDIOS, Universidad Católica Madre y Maestra, Santo Domingo, R.D. 1971. Traducción al español de Ligia Espinal de Hoetink. Pag. 47.