-ESCRITOS INVITADOS: con esta etiqueta incluyo textos de otros cuyas ideas, o simplemente su forma, comparto o creo interesantes, y aunque en algunos casos no esté totalmente de acuerdo en todo su contenido, sí considero
procedente y adecuado incluirlos en mi blog.-
«Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. [...] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan ecendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines [...]. Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto.» (Fragmento del Libro de la Vida de Teresa de Ávila, capitulo 29, subrayado mío).
(La BBC de Londres a partir de 2006 emitió la serie documental The Power of Art (El poder del arte) en la que nos muestra como nunca se había hecho los detalles secretos y no, de varias obras del arte mundial y de sus autores, incluso con adecuadas dramatizaciones.
Un capítulo trata de la obra del escultor Bernini, El éxtasis de Santa Teresa (Teresa de Ávila), una religiosa con fuertes orígenes judíos.
De más estaría decir lo que esta condición significaba dentro del imperio catolicista. O te convertías convencido al cristianismo, o te hechaban de España, o simulabas ser converso para salvar tus bienes y, de ellos, el más preciado, la vida, que podías perder en las torturas y hogueras de la Inquisición. Luego implicaba represión sexual inconmensurable. Por eso el escrito invitado de Manuel Vilas lo titula con certeza "Santa antes que don nadie", es decir, destacarse por otros medios para eludir la discriminación étnica y religiosa. Puro camuflaje al que fueron impelido a ejercer miles de personas de su condición.
Una judía en un convento. Una judía alucinada. Una judía que veía a Cristo. Una judía que llegaba a unos éxtasis que parecía una fusión de amor místico, espiritual y amor carnal con su amado dios-hombre. Eso es lo que expone Bernini en su escultura basada en texto de la escritora, y de la que la BBC desentraña detalle a detalle el gran contenido sexual: el gesto de la boca, inclinación de la cabeza hacia atrás, párpados pesados que dejan ver unos ojos entrecerrados y el entrecejo propios de un orgasmo, mientras un querubín , con una sonrisa de socarronería, va descubriendo el ropaje del pecho y con una flecha apunta a su sexo.
(Y...digo yo...¿Hasta dónde podemos definir los límites de lo que sentía o hacía Teresa de Ávila en su celda conventual si somos consciente de la represión sexual de la época? Simon Schama narra en este capítulo que, un siglo después de creada esta obra, un turista francés que hacia el tour por Roma, al verla dijo: "Bueno, si esto es amor divino, yo sé todo sobre él"
Y eso. El escritor Manuel Vilas es el invitado esta vez a mi blog. Es un poeta, novelista y ensayista de Aragón, nacido en 1962. Colobora habitualmente con periódicos como ABC, El Mundo, El País...y en revistas y suplementos culturales.
Sin querer hacer una biografía de Teresa de Ávila, evidentemente, porque es un texto muy corto el que inserto, empero Manuel Vilas nos pinta en él fielmente las características de esta religiosa poetisa, y la esencia de su yo. Y lo hace usando cierto lenguaje exagerado, hiperbólico: paradógica y precisamente el más adecuado para ofrecernos la dimension real de Teresa, Teresa de Ávila, Santa Teresa de Jesús o Teresa Quezada y Ahumada. El escrito fue publicado en Babelia(Suplemento Cultural de El País), el sábado 25 de mayo de 2015.
He aquí el Escrito invitado:
Santa antes que don nadieTeresa de Ávila confundió vida y literatura antes que nadie. Hoy debería ser un icono pop
Estaba podrida de sí misma. Una vanidad más grande que cualquier otra vanidad que se hubiera levantado sobre la tierra. Eso es lo que a mí más me gusta de la obra literaria de Teresa de Ávila, la mujer que creyó sus ficciones antes de que llegara Don Quijote. Convertirse en santo en el siglo XVI era la única forma de no acabar en un don nadie.
Leo a Teresa de Ávila como si fuese la Marlene Dietrich del siglo XVI. Ella era Dios, de eso se trataba, de reinar sobre vivos y muertos. Imagínate un mundo donde la gente viajaba en burro. Donde en vez de dictar conferencias y conceder entrevistas, lo que los escritores tenían que hacer para ser famosos era fundar conventos y hablar con Jesucristo, la gran estrella del momento. El sentido de la escritura de Teresa de Ávila es la construcción de ella misma. Es una santa cervantina. Contrajo matrimonio con Dios y se lo creyó. El Dios que pinta en sus libros no tiene mucha consistencia literaria, porque la protagonista es ella y no su marido, por primera vez en la historia. Y ella fundó conventos. Fundar conventos, pura euforia. Dictar normas, puro delirio. Gran felicidad de pasarte las horas hablando con el Altísimo. Una exaltación permanente. Y Dios era gratis. Dios era para todos. Dios era barato. Eso fue el siglo XVI para la gente con talento, para la gente emprendedora, para los artistas podridos de sí mismos que querían triunfar. Y ella triunfó.
El franquismo ridiculizó la figura de Teresa de Ávila. El bukowskianoLibro de la vida es autoficción. Cuántas veces dice Teresa que su vida ha sido ruin. Se lacera, porque es una exhibicionista, y a mí me encanta. Sus libros son terroríficos, llenos de fantasmas que se le aparecen a la santa. Ella ve al diablo como si fuese la niña del exorcista. Cree en el diablo, y éste la persigue, le palpa el corazón. La vida conventual es intensa, venga confesiones, y oración y arrobamientos y visiones y moradas. Y llama a Dios su majestad. Nunca se aburre. Una gran lucha contra el aburrimiento es su misticismo. También es el triunfo sobre la vulgaridad religiosa y literaria del momento. Ella escribió literatura fantástica y las excelentes Moradas del castillo interior prefiguran a Kafka. Veía su alma, y se lo creía. Confundió la literatura con la vida antes que nadie.
Teresa de Ávila vivió a tope, porque de eso se trataba, todo el santo día estaba colgada del Señor, todo el santo día bañada en misericordia, y venga martirio y dolor y humildad e ignorancia. Nadie de su tiempo le sacó tanto jugo a la vida. Los escritores ahora solo hablan con sus agentes literarios o con sus editores. Ella hablaba con Dios. Sus conversaciones con Dios son tan infantiles que resultan cómicas. Fue una escritora radical, una mujer que fue feliz viviendo salvajemente. Ella es mejor que Dios.
El misticismo de su obra es el mismo de Rimbaud o de Kafka. Los tres se precipitaron en el agujero negro de sí mismos, porque solo se vive una vez. No estaría nada mal que alguien convirtiera a Teresa de Ávila en un icono pop. Si España no se reinventa sus mitos literarios, adiós a la esperanza. Ninguna literatura occidental tiene una loca como esta. Es, simplemente, una escritora genial.
Libro de la vida. Santa Teresa de Jesús. Lumen / Penguin Clásicos. Obra completa. Santa Teresa de Jesús. Biblioteca