sábado, 30 de junio de 2018

GREGORIO LUPERÓN A TRAVÉS DE SUS ESCRITOS (3)






2.2. Comportamientos Personales o "la olla de grillos"
La guerra contra España por la restauración de la vida independiente de República Dominicana, a la par que significaba una lucha contra la antigua colonizadora era una olla de grillos interna entre sus dirigentes; cada uno tiraba para su lado; muchos tenían problemas personales entre sí datados desde antes de la guerra. Esto era así ya que, como escribiera Manuel Rodriguez Objío*, al hombre que un día debiera comandar ese movimiento se encontraría con "las turbas indisciplinadas que iniciaron la revolución Restauradora".(1)


Juan Bosch, en su obra La Guerra de la Restauración nos aclara estas rencillas que existían  antes de la contienda. Por ejemplo que Benito Monción y Santiago Rodríguez no se podían ni ver, porque en la finca de la familia Rodríguez trabajó  el primero y fue cesado de su empleo por robar cerdos; Pimentel siempre estuvo hostigando a Gaspar Polanco (que por cierto no sabía leer ni escribir y permaneció como soldado del ejército  español durante la anexión) y procuró en 1865 fusilarlo.


A partir de esto tiende uno a tener la tentación de preguntarse cómo pudieron triunfar los hombres de la Restauración ante las tropas españolas. Era una suma relativamente elevada para la población del país en ese entonces si la comparamos con los 42.000 militares norteamericanos que en 1965 invadieron por segunda vez la República Dominicana, pero en esta ocasión  sólo se luchó en la capital y la gesta contra España ocurría en todo el territorio nacional.



Grabado de la época en el que nos presenta la despedida
en el puerto de Cádiz de un soldado español que va a
luchar al Caribe: a Cuba, Puerto Rico y República
Dominicana.
Así que sigo con la tentación de preguntarme cómo pudieron triunfar los hombres de la Restauración.  Hay que concluir, como concluyen muchos historiadores y estudiosos de la historia, que el factor climático también libró su batalla para diezmar a las tropas hispánicas. Ese contingente era  el mosquito de la fiebre amarilla, transmisor de la malaria, así como otras afecciones de los climas tropicales como la disentería.

La participación de soldados, generales y oficiales dominicanos que estuvieron en el ejercito español y se pasaron  a favor de la Restauración fue otro factor de ayuda. Así lo constata Luperón:

"En aquella guerra, la táctica y la estrategia de ambos ejércitos , eran iguales porque los generales  y oficiales dominicanos formaban(estuvieron en, quiere decir; aclaración del blog) las líneas de los exploradores y las vanguardias del ejército español" (2)

No negamos el gran ímpetu de los hombres que se integraron en esta lucha de forma generalizada contra el invasor, la mayoría de las clases bajas, pobres y muy pobres que no tenían nada que perder y sí mucho por ganar si se consumaba el triunfo. Precisamente por esta extracción social de las huestes de la Guerra Restauradora, para Gregorio Luperón fue una verdadera rompedera de cabeza. La mayoría de sus compañeros de batallas "le salieron rana". Antes y durante el primer Gobierno Provisional en guerra comienzan las conspiraciones y rivalidades entre Gaspar Polanco, Pedro Pimentel, Santiago Rodríguez Pepillo Salcedo, Benito Monción, José M. Cabral, etc... etc....etc..., y el propio Luperón que cual hombre de acción supo también tomar partido. Y esta situación la describe así:

"Desde la Restauración hasta el 6 de octubre de 1879, la República Dominicana fue desgraciadamente un campo de batalla, con muy pocos intervalos de tregua, su política, fue una verdadera calamidad".(3)



 Y hay que agradecerle que en su extenso texto nos legara desde los más relevantes actos y acciones de la época, hasta las rencillas personales porque éstas nos aclaran el origen social de cada uno de esos próceres, pues su protagonismo determinó el fracaso del Estado dominicano como tal. 

Todas esas discordias e indisciplinas tuvieron que poner en peligro una u otra batalla, ya que se fundamentaban en que cada quien pensaba en erigirse general con su facción particular. Pero lo dicho: el pueblo dominicano participó masivamente y de ahí se comprende que lograra la evacuación de las tropas españolas.



Seguiré refiriendo algunos testimonios del propio Luperón. Fíjense como sin cortapisas escribe que

"El gobierno de Pimentel era una dictadura pesada y dura, que representaba más que las demás, la violación de los derechos irreconciliables con la tiranía".(4)

Y continuaba así:

"De ningún modo podemos aplaudir sus hechos como presidente siendo inicuos atropellos por los cuales andaban huyendo y perseguidos a muerte los generales Gaspar Polanco, Benito Monción, José Cabrera (...) y presos don Ulises Espaillat, Manuel Rodríguez Objío y otros"(5) 


Gregorio Luperón llegó a solicitar al presidente Pimentel la  revocación de la orden de apresamiento de su amigo y compañero de negocios y de lucha Máximo Grullón, pero Pimentel la ratificó,  y así escribe Luperón la manera  como se dirigió a él, respuesta que denota una época de muchas pasiones incandescentes:

"sólo matándome podría cumplir aquel mandato arbitrario e inhumano".(6)

Mientras en una ocasión Benito Monción, Luperón y Pedro Pimentel (este último antes de ser Presidente de la República) dirigían combates en la ciudad de Santiago, Gaspar Polanco disgustado con Pepillo Salcedo abandonaba la guerra cuando se le requería para reforzar ese frente de la ciudad referida...narra Luperón


¿Dónde estaba el intrépido General Gaspar Polanco? Ahora vamos a decirlo. Disgustado con el general Salcedo, había llegado a su campamento de Gurabito, reunió su tropa y se marchaba con ella para su casa"(7)


También Benito Monción no participó en otra batalla en Sabaneta porque allí estaba Santiago Rodríguez. Por esas rivalidades y los arrebatos que lo acompañaban se ponía en riesgo cualquier triunfo... Es lo que expresa Juan Bosch en Composición Social Dominicana: "Se supone que en medio de la guerra patriótica como ésa los jefes debían tener control de sus emociones; debían ser disciplinados, convertirse en espejo de virtudes ciudadanas para que el pueblo que combatía bajo sus órdenes tuviera ejemplos a seguir"(Editora Alfa y Omega, 2005, pag. 101). Pero no.

Por otro lado, Salcedo "tuvo la osadía de proponer a Luperón, (que era anti baecista radical) que mandara a buscar al General Buenaventura Báez"  y la respuesta fue  una negativa tan  enérgica como violenta. Imagínense lo calenturiento del momento  cuando luego escribió Luperón en sus "Notas..."


"y desde entonces Salcedo empezó a tramar la ruina de Luperón, en el cual reconocía un obstáculo para sus maquinaciones aventureras".(8)

La rivalidad estaba servida y efectivamente la obra citada de Luperón  vuelve a referir dos página más adelante como él había sugerido que Salcedo no había dicho la verdad en cierto asunto  y a seguida vino la reacción:


"Cuando Luperón hubo dicho lo referido, Salcedo, hombre vivo, audaz, valiente y exaltado y hasta temible por ciertos sucesos en lo cuales habían tenido en los tribunales que condenarle como asesino, en medio de todos los concurrentes, saltó sobre Luperón que cuando lo han ido a buscar siempre le han hallado prevenido". (9) 

Claro, como se ve en la pasada cita, Luperón no refrena el placer de legarnos para la historia su ajuste de cuenta contra ese hombre cuando no evita la mención de sus problemas con la justicia por acto criminal; y aún más, ya Presidente del gobierno provisorio en plena guerra, caracterizarlo como borracho, jugador y libertino:


"Sin respeto a la libertad y sin conciencia política, sin dignidad y entregado a los pasatiempos de la embriaguez, de las diversiones y de los juegos ruinosos, sus hechos reflejan el mal estado de la política del gobierno".(10)

Para, a seguidas, pasar a  la ironía implacable

"En vano proponían los miembros del gobierno reformar para emplear hombres buenos, cuando el único que tenia necesidad de ser reformado era el Presidente ".(11)
Y como era acusado por todos de contemporizar, obstruir los combates con las tropas españolas, desperdiciando ocasiones, Luperón sigue lanzándoles  dardos irónicos:


"Creía que el triunfo en las batallas lo daban la embriaguez, y se aplicaba con empeño a no salir a los campamentos sino borracho".(12)

Derrocado el gobierno de Pimentel arribó al poder José María Cabral con la misma tónica autoritaria. En  su administración Benigno F. de Rojas y Teodoro Heneken, del anterior gobierno, murieron en prisión. Cabral con cinismo simplemente se limitó a decir que fue de "muerte natural"; Luperón pide informe porque cuando fueron apresados también había solicitado trato de consideración; pero nada, resignado, pero dudando que hayan muerto repentinamente, expresa :


"La historia aclarará en su día ese misterio. Nada honroso para Cabral y sus compañeros sería ello, a ser cierta la sospecha (corría por la comarca el rumor de que fueron envenenados)"(13)

Por otro lado, como en toda guerra aparecen grupos de delincuentes que se aprovechan de ésta para sus acciones, debido al poco control en los reclutamiento (levas) que se hacían, se infiltraban maleantes que hacían secuestros a comerciantes, sobre todo españoles, para cobrar un rescate  Y ahí entonces intervenía de forma realista y pragmática Gregorio Luperón para poner las cosas en su sitio y defenderlos consciente que poseían  arraigo en el territorio y contribuían con la economía y la producción.
Soldados españoles

Expuestos estos casos y la condena de Luperón a casi todos los dirigentes, líderes o "generales" de la gesta restauradora, sin embargo la ética de este hombre le cuidaba de no ser injusto: mientras por un lado los despotricaba por sus malos actos en el gobierno, por el otro reconocía los evidentes aportes  en la guerra: "No pretendemos mancillar su memoria a la que rendimos completo homenaje por los importantes servicio que prestó como patriota y como General" (dirigida a Pimentel)

 Y lectores: piensen, y como yo, colóquense en la piel de algunos de esos hombres, los más preclaros e ilustrados, empezando con Luperón, que en el siglo XIX anhelaban y luchaban por un país en paz para dedicarse a sus negocios, a la economía, el arte, la educación y la cultura, pero que se desesperaban e inquietaban con el permanente desorden que campaba. Realmente era una guerra civil permanente. Se elegía un gobierno  y al instante se le instalaba una "revolución" al lado.

Parece increíble que después del sacrificio de la hazaña restauradora, el sempiterno Buenaventura Báez,  apenas salieron las tropas españolas del territorio dominicano, fuera elegido presidente. Así se fue alternando hasta 1873. Este año fue clave para iniciar el desarrollo capitalista en República Dominicana. Una revolución hecha a Báez del poder y con él al elemento más retrógrado, los hateros y madereros que habían vivido  con el sistema de las tierras comuneras**no quiere decir que fueran borrados de un brochazo ni su mentalidad, pero ya no serían tan fuerte en el poder pues su régimen se estaba desmantelando.






En las fotografías los presidentes dominicanos Ignacio Ma. González, Gregorio Billini,
Ulises F. Espaillat y el Arzopispo Fernando Arturo de Meriño, durante cuyas presidencias
la República Dominicana comenzó un salto al capitalismo 



Para Luperón, hasta 1879, sólo los gobiernos del Arzobispo Meriño, de Ulises Espaillat y el propio, respetaron la constitución y fueron beneficiosos. 

Precisamente durante estos gobiernos comenzó a moverse el capital, la inversión extranjera, la entrada de cierta maquinarias para manufacturar productos como jabón, velas, chocolate, ladrillos, pólvora, importación de hierro para techos de casas y mucho interés por traer emigración. De esos años es la fundación e instalación del mítico ingenio La Esperanza una empresa  que comenzó a utilizar maquinarias modernas a vapor. Además se comenzó entonces a gestionar  la creación del primer banco nacional que, como se comprenderá, era necesario ya que no hay capital que se mueva eficientemente sin esta entidad. 

Era la industria tabaquera de los productores del Cibao la que representaba ese empuje. Aquí los terrenos eran más repartidos (no existían los comuneros, propios de un orden antiguo) había más propiedad privada acorde con el capitalismo en ciernes del país. De ahí que no es raro que fuera en esta región donde empezó la lucha para echar a los españoles.

El único problema era que dicha transformación necesitaba continuidad; necesitaba paz, estabilidad; y es duro decirlo, pero fue en los gobiernos de Ulises Heureaux (Lilís), el mayor protegido de Gregorio Luperón, convertido a partir de 1887 en una dictadura reeligiéndose con mañas cada cuatro años, cuando se obtiene esa paz/estabilidad que eran  los anhelos de Luperón de progreso, capitalización e inversión extranjera. Lo que Luperón, Espaillat y Meriño iniciaron, Lilís lo continuó y desarrolló a gran escala. Un periodo de relativa paz que facilitaban mucha actividad económica, pero... ¡a qué costos! Nuestro prócer  los enumerará:


"Hoy sólo hay en la República Dominicana un gobierno opresor, con leyes contraria a todos los derechos, gobierno feroz, que amordaza la prensa, que infunde terror como doctrina política, que mantiene la nación en torturas espantosas, con horribles patíbulos que manchan las glorias nacionales".(14)





Fue Luperón quien prohija ese ascenso de su protegido y luego se arrepiente al ver las primeras derivas autoritarias, pero es tarde. Se niega a actuar contra el régimen por algunos años y es más tarde aún cuando en 1893 decide llevar a cabo una rebelión  por las armas. Gregorio Luperón ya se ha convencido de la solidez del régimen de Heureaux, y resulta curioso  que después de casi tratarse como padre e hijo es capaz de expresarse de Lilís de esta manera:


"Se afirmó definitivamente este Gobierno de la fuerza y de los asesinatos, cosas que constituyen la gloria militar y política del bandido que tienen por Presidente los dominicanos".(15)

Y con una evidente rabia y dolor comienza a proferirle decenas de epítetos: "tenía sed de sangre y rapiñas","falsario", "incendiario", "miserable", "salvaje presidente", "de bárbaro proceder", "traficante de vidas y hacienda"...

Evidentemente esta situación le incomodaba y dolía, y tanto así que, aparte de la  grandiosa gesta que fue la Restauración, comienza e inserta en el capítulo IX de su obra autobiográfica (tomo III), una especie de nostalgia e idealización de aquella guerra, llenándola de las virtudes  que justamente no poseyó, que sus propios escritos contradicen y de los que hemos extraído la narración de los achaques del conglomerado social que la protagonizó y que referí al principio cuando hablé de esa "olla de grillos"...
"época en la que la tiranía no se imponía para levantar cadalsos, los gobiernos lucían tratando con honradez los intereses de la patria, enemigos del personalismo, partidarios del orden, respetuosos de las leyes".(16)



Tratamos de comprender un momento puntual por el que pasa para hacer esa idealización...Gregorio Luperón Castellano, no es ni santo ni ángel, "humano, demasiado humano", simplemente un hombre en sus circunstancias históricas.





De la República Dominicana del siglo XXI suelen decir los dirigentes del partido en el gobierno (PLD) que son  los "que mayor fruto ha dado en materia de desarrollo del país"; les recuerdo que el dictador Ulises Heureaux (Lilís) dió en su época ese mayor fruto, que lo hizo la intervención norteamericana de 1916, el dictador Trujillo de 1930-1960 y Joaquín Balaguer ese que ellos bautizaron como "padre de la democracia".

Y que si las infraestructuras son necesarias les recuerdo que han olvidado ya definitivamente lo que trató de enseñarle Juan Bosch, fundador de su partido: la educación política del pueblo. Sé que es muy difícil e incómodo dedicarse a la política con seriedad en República Dominicana si lo primero que piensa la gente es en "dame lo mío". Estoy consciente de eso. Pero lo lamentable es que la opción que se ha elegido es seguir en sus trece, seguir fomentando y retroalimentando esa mentalidad sin hacerle la más leve resistencia, con un contingente de antiguos votantes reformistas, perredeistas y cierta izquierda traidora a sus principios, todos patrimonialistas del Estado. 

Un empresario de bar dominicano en España me declaró una frase muy reveladora, clarificadora y creo que definitiva para definirlos hoy: "yo soy de Leonel porque siempre he sido reformista y siempre votaba a Balaguer".




Ulises Heureaux, alias Lilís, y luego de ser asesinado.

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* Manuel Rodríguez Objío fue un escritor poeta y político, contemporáneo de Gregorio Luperón, su amigo y secretario particular por un tiempo,  luchador junto a él en la Guerra de la Restauración de la República Dominicana y también su  biógrafo. Ocupó numerosas funciones públicas y hasta fundó un periódico en Santiago. Fue fusilado en 1871 por orden de Buenaventura Baéz, cinco veces presidente de la República Dominicana.

** "Terrenos Comuneros" era como un sistema de administración de la tierra  que tenía diversas personas que hacían uso de ella sin aparcelar, sin partir el terreno, y donde apacentaban su ganado y labraban, sembraban y cortaban árboles. Los herederos de esos terrenos los daban como si fuesen acciones, no se usaba una medida de superficie (como pie, tarea, acre, vara...) si no una unidad de peso, es decir,  tantos pesos para usar el terreno. Así, esos grandes superficie llegaban a tener tantos usuarios que semejaban a una cooperativa. Fue predominante de la región este y sur del país. Por otro lado existían los terrenos más agrestes, donde estaban los animales cimarrones, árboles madereros y diversos frutos, que cualquiera tenía derecho a adueñarse practicando lo que en la época se llamaba la montería. Pedro Francisco Bonó se basa en este segundo aspecto de la forma de beneficiarse de la tierra en su novela El Montero, además de narrar la cotidianidad y precariedad de esa forma de vida. 

(1) GregorioLuperón e Historia de la Restauración. Edición facsímil de 1939 de la Editorial El Diario, impresa por Sociedad Dominicana de Biblióficos Inc, Editorial de Santo Domingo, 1975. pag. 28.
(1) Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos.Tomo II, pag. 9
(2) "Notas Autobiográficas..." Tomo III, Pag. 187.
(3)  Obra citada. Tomo I, pag. 342
(4) Idem.
(5) Idem, pag 343
(6) Idem, pag. 147 
(7) Idem
(8) Idem, pag. 149
(9) (10) Idem.,pag.187
(11) Idem. pag. 188
(12) Idem, pag. 351
(13) Tomo III, pag. 273
(14) Idem. Pag. 277, subrayado mío.
(15) idem, pag. 274



viernes, 8 de junio de 2018

GREGORIO LUPERÓN A TRAVÉS DE SUS ESCRITOS (2)





-SEGUNDA PARTE-
 -Asuntos y Comportamientos Políticos y Personales- 


2.1. Asuntos Políticos 
Como mencioné en la introducción, República Dominicana posee un sistema presidencialista en el que se sienten muy cómodos sus políticos pues está muy centralizado, a pesar de la continua fragmentación que hacen de la organización provincial-municipal lo cual sólo sirve para crear más sueldos.

Los Ministerios correspondientes no son tanto iniciativas de las partes del Estado, sino que parecen depender  en todo del Presidente, por lo que éste está omnipresente en todos los actos que únicamente deben corresponder a los ministros correspondientes. Así vemos que el actual presidente dominicano, Danilo Medina, no se pierde ni la más irrelevante inauguración de una escuelita, carretera, o la entrega de un cheque o equipos para una institución. Una práctica a la usanza de Trujillo y Balaguer cuyo significado es la permanente campaña proselitista pero aprovechando los recursos del Estado.





Por otro lado realiza dizque "visitas sorpresas" a los ministerios, o a una infraestructura en construcción para fiscalizar o sorprender a algún funcionario descuidado en sus quehaceres. Sus conmilitones y la prensa afín tratan de convencer a los ciudadanos que esta demagogia es una virtud, cuando real y profundamente es lo contrario, es el fracaso del Estado dominicano en las que sus partes no funcionan con autonomía y responsabilidad.



Nadie abrevia, desarrolla o termina sus proyectos si el Presidente no está encima. Pero aún estando, la ausencia de un verdadero Estado nacional determina que al final esos ministros, alcaldes, etc., se salgan con la suya despilfarrando el tesoro público.




Gregorio Luperón lidió y protagonizó muchos situaciones políticas en su partido y en el Estado parecidas a las que reproducen en el siglo XXI los políticos dominicanos, y con su inteligencia y su visión del futuro demostraba su interés por un estado más descentralizado; discernía un mal en la dirección del país  que dura impertérrito hasta la actualidad.  Decía que:

"Gracias a nuestras centralizadas instituciones, estamos demasiados gobernados para estar bien gobernados: el jefe de la nación(...) tiene demasiada intervención en todo".(1)

 Después de hacer una especie de inventario de las intromisión del jefe de gobierno sobre gobernadores, jefes comunales, las comunes o  el más apartado municipio, formula:


"Es necesario que esto desaparezca, y que las provincias, los distritos y las comunes vivan tan libremente dentro de la nación, como puede y debe vivir el individuo dentro de la sociedad".(2)

Esa preeminencia o ventaja del Ejecutivo en el Estado dominicano se ve fortalecida por los lisonjeros cuya función es llenar el ego del presidente, convencerlo que es único, el mejor, un fuera de serie y predestinado. En una ocasión una facción del grupo político de Gregorio Luperón (Partido Nacional) dirigida por un tal General M. Rodríguez propuso que se nombrara  "Protector de la República" a nuestro personaje. Éste respondió con cierta sorna que "paso en silencio el risible ofrecimiento que se me hace de la protectoría" .


De todas maneras este rechazo a las lisonjas de los mercaderes de la política no impedía que Luperón estuviese consciente que su figura era influyente como son siempre influyentes los hombres singulares. Y aunque sus principios le situaban contrario a ciertas prácticas, nunca pudo, lógicamente,  aislarse íntegramente del proceder de su época, muchas veces no tuvo más imperativos que mostrarse  contundente, influenciar para colocar en el Estado a quien él consideraba mejor, como el caso del Arzobispo Meriño y Ulises Espaillat  o cuando propuso a Pedro Francisco Bonó a la presidencia,
FIRMA MASÓNICA DE GREGORIO LUPERÓN
o también para defenestrar y enemistarse con otros a los que veía como peligro para la República como el General José Antonio-Pepillo- Salcedo, que era baecista,* o cuando narra él mismo en sus Notas Autobiográficas...

"el gobierno de Pimentel decretó que quedaba cerrado el puerto de Puerto Plata para el comercio extranjero, fue a Santiago y consiguió anular aquel decreto" (3)


 A principio del año 1865 y ya derrotadas las tropas española que se replegaban para salir del territorio dominicano, Luperón se prepara para vivir en sosiego, contrae matrimonio en marzo y vuelve a su región natal, Puerto Plata, y reinicia sus habituales negocios de comprar y vender mercancias.  Y es sintomático que rechazara el ofrecimiento del presidente Pimentel de ocupar el Ministerio de Hacienda por medio del cual podría beneficiar sus negocios ya que los puertos eran jurisdicción de ese ministerio, pero procedió como evidencia la anterior cita.

Cuando en 1887 Luperón comienza a criticar la corrupción y la deriva dictatorial  en el gobierno de su otrora protegido Ulises Heureaux-Lilís- éste le recuerda y hecha en cara que por sus influencias e imposiciones 

"tuvo Ud. en el Gobierno Provisional que inventar el expediente de asignaciones para repartir de un modo  más equitativo las sumas que en dádivas y halagos se repartian: (...) y usted., cuando ha estado mandando ha repartido sumas considerables en el mismo concepto".(4)


Por tanto no es extraño que ratificando su prestigio personal se expresara de esta manera:

"Cuando se trata de mantener la paz de la República Dominicana, conservar su independencia y la libertad de los dominicanos, me parece bien y hasta natural que se use , y aún que se abuse de mi nombre, aunque me parece imposible se abuse con tal objeto." (5)


He subrayado el último enunciado de la anterior cita para resaltar la suspicacia y alerta  que siempre mantuvo con los ventajistas que  acechaban permanentemente para comercializar con la política. Y para experiencia, él mismo: fue trágico pero también muestra de dignidad, que el ciudadano Gregorio Luperón en 1888 abandonara su candidatura a la presidencia de la República aclarando que él no compraba votos, ni aceptaría el poder por medio de intrigas ni guerra, que "traficar con la política no es mi arte". Es trágico, muy emotivo y desconsolador lo que escribió a un amigo a raíz de la renuncia de  la candidatura:

"Los más formales de los que trabajaban mi candidatura venían a decirme: si usted no nos da tanto no podemos continuar sus trabajos porque Lilís nos da más tanto"(6)

Y desde mi contemporaneidad  yo logro atrapar y penetrar en el sentimiento de angustia, de gran carga emocional que embargó al líder de la Restauración de la República :


"que ya no era sino cuestión de dinero y yo no lo tenía, por lo demás me pesaba más que si hubiera tenido el mundo sobre mis hombros y más que todo esto me desgarraba el corazón viendo con profundos pesos hasta donde se había corrompido el espíritu público"(6)


Ulises Heureaux, después de ser protegido de Gregorio
Luperón, traicionó todos los principios que le inculcó
su orientador y guía 
Su "reculada" como candidato se debió a las componendas de su discípulo Ulises Heureaux(Lilís) que junto a "otros hombres de importancia" cínica y encubiertamente había incitado la candidatura para que luego se diera el trastazo y por ese camino inhabilitarlo como opción política.  Luperón luego cayó en cuenta que iba al fracaso porque el traidor (Lilís) "disponía su control y a su entero arbitrio de la hacienda del Estado".


Leonel Fernández, ex-presidente dominicano, ejerciendo su alto cargo repartió cajitas de alimentos, y siguió haciéndolo
cuando ya no lo era. Entre conscientizar al pueblo para que sea un ciudadano empoderado de su condición, los dirigentes
del PLD han optado por seguir la tradición trujillista-balaguerista, ¡quién lo diría!


Sin hacer comparaciones estrictas de épocas, sin embargo es deplorable observar como en República Dominicana nadie se mueve en política si no tiene sus ventajas económicas o como se hace el voto cautivo entregando cajitas de alimentos ante la ausencia de consciencia política. Ya lo he recalcado en otros escritos: el concepto de la política del pueblo dominicano es el "dame lo mío". Hay gente  que en el excesivo tiempo de campaña electoral dominicana viven esos 3 meses con un buen sueldo por moverse en proselitismo. En la inmigración en Europa he oído de individuos muy dinámicos, populares y carismático que viven moviendo a la gente,  jactarse de tener en el consulado todos los meses del periodo electoral  sus varios cientos de euros para esos menesteres . Y sólo les interesa la política por esto, ya que son meros mercenarios.

Gregorio Luperón muchas veces fue promovido para diferente cargo o a la Presidencia y muchas otras rechazó, otras las acepto por corto período o estuvo como presidente provisional, vice-presidente, en triunviratos o en el gobierno provisorio durante la guerra de la Restauración.  Estaba muy claro que las alabanzas que le hacían  para que aceptara responsabilidades era justamente lo que le inducía a rechazarlas echando mano de la ironía:

"Por fortuna no ha podido fascinarme el lenguaje que todos, con más o menos elocuencia, han empleado para persuadirme. Precisamente él(lenguaje, nota mía) ha servido para ilustrarme más y apartarme del poder con más enérgica decisión".(7)

La ingobernabilidad de la República Dominicana colocaba un manto sombrío y muchas veces de cansancio e impotencia en sus líderes con más capacidad, claridad ideológica y política. Pasó con Juan Pablo Duarte y con Luperón, y aunque este último siempre estuvo en el ojo del huracán de la política del país,  llegó a expresar que "le tenía más que odio al poder, horror"  que "sólo aspiraba a la vida privada"(8)  De ahí que quienes le disparaban con la crítica le acusaban de sólo querer estar en sus negocios en "su republiquita de Puerto Plata".

Reflexión de un sujeto en un ambiente y/o momento determinado  que ya no soportaba, y que le obligaba a expresarse rotundamente así:
"¡Perversa política! Cuán felices serían los dominicanos si esta calamidad que se llama política no existiera para ellos! Desgraciadamente los pueblos no pueden existir sin su gobierno y éstos(...), son también algunas veces causa de las mayores calamidades públicas"(9)

Ya en una proclama -A Mis Compatriotas- sí, usó un término "militar" -pero mas bien como lenguaje figurado-, por lo que se consideraba "soldado de la democracia, para custodiar y defender las libertades garantías y derechos de mis conciudadanos"(10)

Ese soldado de la democracia sólo puede ser apelando a su condición de Ciudadano como le satisfacía que le llamasen rechazando ser militar (esclarecido en la introducción). Así, en aquella proclama desde Puerto Plata en septiembre de 1878 lo reafirmaba:


"¡AY DE LOS PUEBLOS QUE SÓLO CONFÍAN EN LA ACCIÓN DE LA ESPADA LA SALVACIÓN DE LAS INSTITUCIONES! ¿NO SABEN QUE ELLA POR LO COMÚN, NO RESUELVE LAS DIFICULTADES SINO LAS CORTA? ¿NO SABEN QUE LA ESPADA SIEMPRE HIERE. . .?"(11)




CONTINÚA...


___________________________________
*El término "baecista" se daba a los seguidores, declarados o encubiertos, del cinco veces Presidente de la República Buenaventura Báez.
(1)  Escritos de Luperón. Revista Clío, números integrados 42 y 43 Academia Dominicana de la Historia. 1940. Colección y notas de Emilio Rodríguez Demorizi. pag. 185.
(2) idem
(3) Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos.  Editorial El Diario, Santiago, R.D, 1939. Tomo I.  Capítulo XIV, pag 328. Aunque el libro es autobiográfico, esta obra está redactada en tercera persona. De ahí que en esta cita no se diga "fui", si no "fue a Santiago..."  En otras partes anteriores del texto se expresaba como "El joven que motiva estas lineas"/o "esta obra"(pags. 96 y 101). En la pag. 277 repentinamente pasa de la tercera a la primera persona, "Jamás justificaré la revolución de Pimentel..."  Sólo al final de esta obra ( Tomo III, capítulo XV) le vemos adoptar de nuevo la primera persona, pero gradualmente porque empieza por usar el plural de modestia("Vamos a terminar esta obra..."); a seguidas la tercera persona("...ligera autobiografía del que la escribe"); finalmente  desarrolla el capítulo con el yo, la primera persona gramatical("Someto esta obra...").
(4) Citado por Pedro Mir en La Noción de Período en la Historia Dominicana. Publicación del Archivo General de la Nación, Santo Domingo, R.D. 2013. Volumen III, pag. 657.
(5) Carta dirigida a Federico Henríquez y Carvajal y Carvajal en Diciembre de 1874. Revista Clío no. 36-37. Pag. 153
(6) Escritos de Luperón. Revista Clío No. 38. Pag. 213
(7) Idem
(8) "Notas Autobiográfica..." Tomo I. Pag. 427
(9) Idem. .
(10) Tomo III, Pag. 13.
(11) idem