martes, 30 de septiembre de 2014

EL SIGLO XXI, POTENCIAL SIGLO DE AMÉRICA LATINA(1)


El periodista dominicano Ramón Colombo tiene una extraordinaria destreza para expresar mucho en un brevísimo texto  dando con el meollo de la cuestión. Lean sino uno de sus  "Fogaraté" en el que sintetiza lo que significan hoy las llamadas Cumbres Iberoamericana de Jefes de Estado:

"Un plato de tayota sin sal tiene más sabor que esa cosa. Una misa en latín con cantos gregorianos es mucho más divertida que esa cosa. La letanía de un gallo madrugador dice más que los discursos que se pronuncian en esa cosa. Las decisiones de un club de amas de casa en el pueblo más sencillo tiene más trascendencia que la resolucion de buenos deseos de una Cumbre(...). 
Y Ramón Colombo tiene mucha razón. Actualmente los países de América Latina cuentan con organismos supranacionales y  pan-nacionales que obtienen mejores resultados al ser estructuras económicas políticas y sociales que tienen repercusión en sus pueblos, no como las resoluciones de buena voluntad de esas cumbres que dirige el rey de España. Y es que se ha ido incubando una unidad de criterios ideológicos, económicos y sociales entre los gobiernos de Iberoamérica.

 Si se puede decir para Asia que el Siglo XXI le pertenece, postulo que por este lado de occidente a América Latina también le pertecnece. Esto es una virtualidad porque depende de muchos factores que, por la especificidad del subcontinente, podrían frenar ese camino de constituirse un hito .  Hay varias velocidades en las economías latinoamericanas (Alianza del Pacífico, Mercosur y la Comunidad de países centroamericanos y del Caribe),  y en lo político hay gobiernos de centro-izquierda o más a la izquierda;  liberales o de cierto tinte populista, pero  de común existe una mayor preocupación  por elevar los niveles de vida de sus ciudadanos, defender  y  nacionalizar sus recursos naturales explotados por empresas extranjeras, o reivindicar las etnias autóctonas americanas de su marginación. Proceso que empezó consolidándose  a finales del siglo XX.

Pero en esta reflexión, antes debo rememorar, para comprenderla, cómo se forjó la especificidad de nuestro subcontinente americano en sus siglos de existencia.

El renombrado poeta y ensayista dominicano Pedro Mir en su libro "El Gran Incendio" narra de una manera objetiva (aunque amena, poética y con tintes de relato literario que a veces parece novelado) el porqué  República Dominicana ha tenido ese nivel de desarrollo trunco en lo económico, social, político  y educativo-cultural que se acentuó a raíz de las famosas Devastaciones de Osorio contra el imberbe comercio capitalista-burgués de los protestantes holandeses, ingleses y franceses que se efectuaba en la zona norte y noroccidental de la isla española, (no era una mera actividad de cuatreros y bucaneros como ha postulado la historiografía tradicional, fue la posibilidad frustrada de introducir el capitalismo). 

 La narración de Pedro Mir, salvando las pequeñas diferencias, se puede extrapolar para nuestro subcontinente en general, América Latina. Su libro nos ayuda  a comprender la situación de castración del desarrollo capitalista y el predominio de una suerte de economía enclavada en relaciones de producción del medioevo, que es la esencia de lo que nuestro insigne poeta quiso explicar en ese libro breve, pero sustancioso.  Cuando Inglaterra, Alemania, Holanda, Francia...entran en el capitalismo, la España colonizadora de América implanta sus maneras  imbuidas y  regidas por el atrasado cristianismo-catolicista del Sacro Imperio. Por su parte, el protestantismo, como respuesta ideológica  al Catolicismo representaba el capitalismo naciente de la burguesía. Para no abundar mucho, diré que solo el empeño de enseñar a leer a todo el mundo, para que a su vez leyese  las Santas Escrituras,  es una de las evidencias de la superioridad intelectual que tenía sobre el catolicismo el emergente poder del protestantismo y, por consiguiente, de la burguesía.

El Libertador Simón Bolívar presidente de la
 Confederación La Gran Colombia
 y Libertador de 6 países.
(Recreación actual de su rostro hecha por
iniciativa del Gobierno de Hugo Chávez)
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Las fuerzas productivas y sociales fomentadas por los españoles en el Nuevo Mundo sólo podía ser caldo de cultivo del caudillismo, el autoritarismo y la ignorancia del pueblo, evidentes calcos del señor feudal, su supremacía e imposición y el oscurantismo para los siervos.  Y así fue. Por eso nuestra América de habla hispana no pudo lograr lo que los criollos anglosajones norteamericanos: fundar una nación en base al pueblo y un Estado funcional unificado en unos objetivos comunes. Y por eso Simón Bolívar no logró su sueño de esa especie de Estados Unidos Latinoamericanos que él llamó La Gran Colombia, y nunca podía lograrlo con la base económica que poseíamos. Carente de una noción de Nación y de Estado, los caudillos latinoamericanos tiraron cada uno para su lado y sus intereses. Lo mismo que pasó en República Dominicana desde 1844: Por ejemplo, a partir de 1865 después de expulsar a los españoles, en vez de conservarse unidos, refundar la República y un Estado-nación, los próceres se enfrascaron en una lucha infructuosa entre ellos que determinó que en el país no se desarrollara nada, ni se erigiesen infraestructura hasta que arribo al gobierno el tirano Ulises Heureaux, Lilís. Producto una vez más del desarrollo de las clases y fuerzas productivas.  Así  ha sido nuestra dolorosa historia, nuestra dolorosa herida; así han permanecido nuestras "venas abiertas de América Latina" hasta la actualidad.

Si viviéramos la década de los  60 o 70, posiblemente muchos de los gobiernos que se ha dado Iberoamérica en la actualidad hubiesen sido derrocados directamente por Estados Unidos o por intermedio de los militares locales. No hubiesen tolerado que antiguos guerrilleros, sindicalistas de izquierda, socialistas, marxistas, populistas o indigenistas fuesen presidentes de repúblicas. El "Aquí huele a azufre" contra el Imperio proclamado por Hugo Chávez en la ONU asimismo fue un reto y un símbolo de esa nueva relación y correlación de fuerzas entre Latinoamérica y  el imperio norteamericano.

Lo cual no significa que Estados Unidos ha olvidado y/o abandonado su espíritu imperial. No. Su geopolítica ha cambiado, tiene otras prioridades, ya no es el centro del mundo aunque sigue dictando directrices por aquí o por allá; pero más de medio mundo no tiene que esperar lo que diga USA para actuar. Rusia incide para emular la tradición imperial zarista, que continuó la URSS, y trata de recomponer un nuevo imperio ruso. Por otro lado está China.  Hay otras potencias emergentes, y a partir de los atentados del 11 de septiembre  mucha atención al terrorismo que le pueden volver a tocar directamente al Imperio Estadounidense. Es un cierto respiro para las naciones iberoamericanas, oportunidad que los líderes  no deben desaprovechar para superar ese estigma que constituye la historia de las naciones hispanoamericanas, historias  de fracasos y frustraciones, del entreguismo a una y a otra potencias,  la montonera, la lucha de unos caudillos contra otros, el autoritarismo, los populismos, el clientelismo y el patrimonialismo, la gigantesca corrupciones e impunidades, la expoliación de nuestros recursos naturales.

Presidente José Mujica, Urugüay.
El proceso que transcurre en América Latina es hermoso, justo e interesante. Pero en Europa no se comprenden muchas actuaciones. Esto se puede ejemplarizar en las opiniones de los españoles de a pie, que es el reflejo de las influencia de la alta clase política tradicional. En conversaciones cotidianas en plazas, parques, bares... y en relación a la nacionalización o compra de empresa españolas les he oído expresarse con desprecio para nuestros líderes latinoamericanos de esta manera: "que qué se creen esos indios, muertos  de hambre, si las empresas españolas van a darles trabajo y comida para que ahora se la quieran quitar", y varias veces no he podido quedarme callado para decirles que aunque a veces se usan métodos inapropiados y agresivos para la expropiación, que mis interlocutores no podían olvidarse de los siglos de rapiña, expolio, privilegios y facilidades sin reglamentaciones de la que han gozado para llevarse todo lo que quisieran, que ya estaba bueno... que estaban justificadas esta acciones en Argentina, Venezuela, Bolivia...

El proceso que transcurre en Iberoamérica es hermoso e interesante, pero no carece de sus riesgos. Hay el impulso de nacionalizar, como hemos dicho, nuestros recursos, tantas veces expoliados por empresas extranjeras. Darle su lugar a las etnias indígenas como se esfuerzan en Ecuador y Bolivia; en fin, darles vida a la gente. Alfabetizar de manera general a toda la población. Se está en una nueva visión. La América de los legítimos herederos de estas tierras está siendo reivindicada y revalorizada sobre todo en Bolivia, protegiendo  todo el patrimonio cultural y lingüístico de las naciones indígenas. El Estado Plurinacional implementado por Evo Morales es muy acertado para esa revalorización si se cuida de no incentivar enfrentamiento sino colaboración entre las regiones y los autogobiernos. El esfuerzo de Brasil ha sido grande, pero queda mucho que hacer. Ya es manido referir los tantos millones sacados de la pobreza. En Ecuador después de tantas crisis, de presidentes bufones y devaluaciones monetarias, el presidente Correa está logrando mucho. Chile superó la época Pinochet, y es una de las naciones más sólida económica e institucionalmente.

Proceso hermoso e interesante pero...¿Qué hay excesos que quieren exceder la legalidad en el rescate de los recursos naturales? Sí. ¿Qué persisten y persistirán por muchos años la corrupción descarada y el clientelismo? También. ¿Qué hay todavía los consabidas tentaciones dictatoriales, autoritarias y continuistas? Efectivamente. Si no miren los intentos de algunos presidentes por cambiar las Constituciones de sus países para alargarse en el poder, muchas veces proponiendo reelecciones ilimitadas. ¿Que se toman cuantiosos préstamos que muchas veces sólo es utilizado para agrandar los bolsillos de los políticos y cubrir las abultadas nóminas del Estado fruto del clientelismo? También es verdad; ahí está el caso caso de Argentina y el periplo del impago y renegociación de su mastodóntica deuda. 

 La elección del Papa Bergoglio (Francisco) reafirma mi tesis del Siglo XXI para América Latina. ¿Y qué tiene que ver el auge de nuestra zona con la elección del actual Papa? Mucho. De hecho ninguna elección papal viene porque sí, aunque la mayoría de feligreses de la iglesia cristiano-católica crea que es una elección meramente religiosa.  Expongo dos ejemplos significativos y casi  consecutivos:  la elección de Pablo VI se hizo en una época de grandes luchas sociales y políticas en América, Asia, África; de las numerosas guerrillas foquistas y urbanas latinoamericanas, las luchas por las independencia de los países africanos  y de medio oriente, y hasta en Europa donde eran fuertes las guerrillas urbanas Brigadas Rojas italiana y  Fracción del Ejército Rojo alemán.  En ese contexto se elige un Papa que en sus encíclicas pregona mejores condiciones en el trabajo, el derecho a la huelga de los trabajadores, mejor reparto de la economía mundial, salario justo, derecho al empleo. Clara implicación religiosa en la alta política para apaciguar las luchas, "cambiar para que todo siga igual". Esta línea impregnada en el Concilio Vaticano II  fue iniciada por Juan XXIII y la tuvo que seguir Pablo VI al morir el primero.  Luego, la lucha contra el comunismo en la época de la Guerra Fría motivó la elección de un Papa polaco, es decir un Papa de un país socialista, Polonia, para desde ese país agitar el colapso de la URSS y caída de sus naciones satélites como fichas de ajedrez. Ya conocemos el desenlace.
El primer Papa latinoamericano, llamado
a desempeñar un papel trascendente en nuestro
continente


Entonces... repetimos, ¿Papa de América Latina por qué?  ¿Qué labor está supuesto a ejecutar este papa que nos parece tan "progre". Creo que justifica esta elección papal... por una parte, la influencia de sectas protestantes introducidas desde Norteamérica y el consiguiente auge de muchas de ellas que han estado mermando la influencia al catolicismo tradicionalmente mayoritario en toda Iberoamérica.  Por otra parte, y esto es más trascendente, el continente vive cierta estabilidad, pues ha dejado atrás los golpes de Estados e intervenciones militares directas, y los procesos electorales opacas que siempre creaban gran convulsión y perjuicios económicos e institucionales. Pero están en auge las izquierdas, por tanto es lo que ha movido al Vaticano a elegir el Papa latinoamericano. Es su implicación actual en la alta política, en los intereses mundiales, en los asuntos del César y no de Dios en los que la ciudad del Vaticano también está implicado con muchos intereses económicos espurios.  Esos intereses mundiales deben mantener los experimentos latinoamericanos controlados, permitiéndoles llegar hasta cierto límite; si se sobrepasan, la influencia de la Iglesia Católica será clave para boicotearlos.

Pero no estoy diciendo que el Papa Francisco se preste o no a ese juego ya que cada día nos sorprende con actuaciones y pronunciamientos que para esta iglesia y su historial son singulares y sorprendentes, signos de renovación que elevan su popularidad (aunque conociendo lo que se mueve al interior del Vaticano no estoy seguro ni me fío de nada).   El poder eclesiástico establecido, que tiene "todos los cabos atados", seguramente sí lo eligió pensando que iba a actuar para frustrar y/o mediatizar gobiernos latinoamericanos. Pensaron, y piensan lógicamente, que como último recurso podían usar esa basa en una Latinoamérica inmensamente católica. Si no,  piensen en las consecuencias que pudo tener para la salubridad en millones de católicos obedecer a un Papa, aun sin carisma como fue Benedicto XVI, que insta a sus fieles  a no usar preservativos, dejándolos a merced de enfermedades evitables. Entonces esa basa, la influencia del catolicismo, se mantiene como una reserva a utilizar cuando sea necesaria por más "progresista" que nos parezca el jefe de la Iglesia Romana. Ese "progresismo" y su causa se resume en una frase de la novela El Gatopardo de Tomasi di Lampedusa, hecha también película por el imprescindible cineasta italiano Luchino Visconti, que proclama: "si queremos que todo siga igual, necesitamos que todo cambie".

 Seguiremos en el próximo artículo en donde daremos un trato especial al proceso que se da en la Venezuela Bolivariana de Hugo Chávez y al crecimiento económico de la zona.



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