lunes, 11 de agosto de 2014

DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA A JUAN BOSCH



Este escrito  no tiene intención biográfica, pues hay muchos libros impresos  y datos que se pueden extraer de la Red. Es una conclusión personal en la que,  sin quitar méritos a otros grandes intelectuales, sitúo a los dos insignes personajes como dos hitos de la intelectualidad quisqueyana, dos personajes fuera de serie en  la República Dominicana del siglo XX.
 Como todos las naciones hispanoamericanas,  nuestro país comenzó a forjar una intelectualidad con intenciones de expresión propia a partir de la independencia política en 1844.  Salomé Ureña, considerada Poetisa Nacional  porque canto a la patria y al progreso, formó parte de esa élite del siglo XIX con oportunidad de tener los saberes culturales en sus manos. Esta oportunidad también la tuvo su hijo Pedro Henríquez Ureña. De su época es uno de los dominicanos más internacionales  y reconocidos en América Latina, Estados Unidos y Europa: Su tesis doctoral la hizo en Norteamérica, regó sus enseñanzas por diferentes naciones: Cuba, México, España, USA y Argentina.  En ésta última sus actividades son muy recordadas.

La sociedad actual ha relegado las actividades humanísticas por las tecnológicas. Las aulas ven eliminarse cada vez más las opciones filológica, filosóficas, éticas,etc., que darían una formación completa a diversos tipos de profesionales. Observamos como, hoy, expertos con mucha preparación en sus áreas, carecen de la más mínima formación elemental en historia, filosofía, leteratura, sociología...  Y Pedro Henríquez Ureña es, sobre todo, eso; el gran humanista de América para  quien ningún conocimiento humano le era ajeno. Por eso su incursión en la crítica literaria, la filosofía, la pedagogía; en la traducción, la filología; en política y la historia de la cultura latinoamericana; en la poesía y el teatro.

Henríquez Ureña joven
Por otro lado fue profesor muy fecundo y escribió el primer estudio del español hablado por los dominicanos y otro del español de América. Se ha considerado que sus lecturas de Saussure (iniciador de la lingüística moderna) le llevaron a dar un paso gigante en la superación de la filología clásica, carente de investigación de campo y reservada casi exclusivamente el estudio de la lengua escrita,  por lo que Diógenes Céspedes (escritor, lingüista y crítico literario dominicano) lo considera "el primer hispanoamericano que siendo filólogo y gramático normativo, reivindica una lingüística científica".

Contribuyó a traducir el libro de Lenin El Estado y la Revolución por lo que,  quizás influenciado por esa actividad traductora, en uno de sus trabajos de análisis del lenguaje expresó: "Cuando la sociedad se desarrolla en poder y cultura, la lengua de las clases dominantes se difunde, se multiplica, se convierte en motivo de atención pública".

La mayor parte de su vida la pasó fuera de la República Dominicana porque  para un intelectual de mente abierta y libre, la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo resultaba un elemento asfixiante para su desarrollo. A poco de llegar al poder el dictador le llamó para Ministro de Educación, renunciando poco tiempo después para comenzar su andar por América (lo mismo  hizo Juan Bosch cuando se enteró que el autollamado "Padre de la patria nueva" le requería para insertarlo en el aparato de su régimen represivo).  Aunque tuvo una larga diáspora, antes, de 1916 a 1921, participó con su padre en la Comisión Nacionalista en tiempos de la  primera Ocupación Militar Norteamericana a nuestro país y se solidarizó en 1927 con la lucha de Augusto César Sandino que emergía en el escenario de la resistencia contra Estados Unidos.

Su relación amistosa y académica con Amado Alonso en Argentina (entre otras como la de Alfonso Reyes, Borges, Mariátegui...) motivó que hiciesen su famosa Gramática Castellana, libro de texto en muchos países latinoamericanos durante décadas.  Recuerdo todavía haberlo usado a principio de la década de 1970 en mi etapa del bachillerato.. Por otro lado ningún político o intelectual debe dejar de leer su Seis Ensayos en Busca de Nuestra Expresión, que aunque es un periplo por los esfuerzos de América por encontrar y/o  forjar su autenticidad cultural-literaria, lo hace  analizando a su vez las realidades político-económicas, incluso  la de Estados Unidos al que denomina como sociedad con mucho interés mercantilista.  Muere en 1946 en  la República Argentina.

Pedro Henríquez Ureña tiene 25 años cuando nace en 1909 Juan Bosch, otra personalidad  humanista fuera de serie en la República Dominicana. Fue educado bajo el influjo de una corriente latinoamericana del Positivismo, la escuela hostosiana (del puertorriqueño Eugenio María de Hostos)  que adoptaron los políticos e intelectuales más progresistas y liberales de finales del siglo XIX y principios del XX. El pensamiento hostosiano  promovía la formación integral, completa, de seres humanos.   Aunque en el fondo Juan Bosch siguió siendo hostosiano, a lo largo de su vida evolucionó desde el laicismo religioso de esa corriente, hasta el marxismo. La muestra más evidente de esa transición al marxismo fue su Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular que evidenció su decepción con el sistema que le derrocó del gobierno;  su tránsito a un radicalismo ideológico y la emulación del principio de la dictadura del proletariado formulado por el marxismo.

 Así, como Henríquez Ureña, es uno de los intelectuales dominicanos más conocido en América y el mundo. Se relaciona con líderes mundiales revolucionarios como Ho Chi Ming, Fidel Castro...Por otro lado, Joan Manuel Serrat y Gabriel García Márquez nunca dejaron de ir a su residencia cuando arribaban a Santo Domingo.

Su actividad abarca las más diversas áreas del saber  como caracteriza  a todo humanista. Igual que Pedro Henríquez Ureña ejerció como educador en Cuba. En la literatura de ficción cuenta con la novela La Mañosa y las colecciones de cuentos escritos en tres etapas de su vida: antes de, en y después de, el exilio. Realizó varios estudios bíblicos, entre los que está  Judas el Calumniado donde desmitifica la visión clásica y oficial de la iglesia cristiana acerca de ese discípulos de Jesuscristo. Otros escritos tocan la política: El pentagonismo sustituto del Imperialismo; los estudios sociales e históricos con la Composición Social Dominicana, utilizado como texto de consulta y análisis en las universidades dominicanas.

Luego a contribuido a reflexionar acerca de la cultura general, política internacional hasta la reflexión sobre el arte mismo  escribiendo metaliteratura, o reflexión sobre su propia escritura artística: "Apuntes sobre el arte de escribir cuentos" es muestra de esto último.

Juan Bosch es, independiente de coincidencia ideológica o no con él, uno de los más grandes hombre de las letras y la política dominicana del pasado siglo XX. Sus valores literarios, pedagógicos y sociológicos ya lo hemos valorado. En política activa tiene el gran mérito de haber dirigido a una gran mayoría del pueblo dominicano durante más de 50 años, con una oratoria singular que se hizo famosa por caracterizarla un lenguaje de connotaciones, urbanas  y rurales, muy populares. Fundó los dos más grandes partidos policlasistas de masas (PRD y PLD). Este último llevó el sello de su propia evolución personal al marxismo y una organización y  disciplina como no la ha tenido nunca ningún partido en la República Dominicana, ni en Latinoamérica del siglo XX.

Los dos partidos los llevó al poder, pero con el primero sólo estuvo 7 meses gobernando ya que los militares trujillistas lo depusieron.  Luego muchas franquezas políticas le cerraron el paso al gobierno. Desde declararse marxista, que  en aquella época las clases gobernantes lo traducían, en su propaganda dirigida al pueblo,  como ateo, comunista; hasta opinar acerca de empresas  norteamericanas. Juan Bosch ha sido genuino, auténtico y fiel con su propio pensamiento. Y ésto significó la misma tragedia de los artistas en política o los políticos progresistas en una América Latina inestable y vigilada por el imperio americano. Sucedió con Rómulo Gallego en Venezuela,  con la tragedia de Allende en Chile,con el experimento de los los militares Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos en Panamá y  con la decepción a tiempo de Vargas Llosa en su país. Juan Bosch conservó la honestidad que el pensamiento hostosiano le enseñó, por lo que me atrevo a afirmar  que el poder no era su campo, si pensamos en todo lo que el mismo implica, en democracia y en dictadura. Él y Pedro Henríquez Ureña lo evadieron a tiempo para no contribuir a la dictadura.
Termino este escrito fusionando a éstas dos figuras excepcionales con una frase de Henríquez  Ureña (Seis Ensayos en Busca de Nuestra Expresión ) que puede etiquetarse perfectamente para Juan Bosch:
 "Hasta fines del siglo XIX nuestra  mejor literatura es obra de hombres ocupados en otra cosa: libertadores, presidentes de república, educadores de pueblos, combatientes de toda especie"

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