La frase del título se origina en conversaciones en la plaza principal del sector Lavapiés (Barrio de Embajadores),uno de los más antiguos de Madrid; otrora el barrio más castizo, hoy, paradójica y radicalmente, el más multicultural ,donde conviven más de 20 nacionalidades y se hablan cerca de una docena de lenguas. Ahora que, con la crisis , muchos emigrantes permanecemos sin trabajo, surge esta frase ingeniosa que toma con buen humor situaciones críticas. En tal caso se parodia otra: "los emigrantes nos quitan el trabajo" que normalmente expresan los nacionales de los paises que reciben inmigración. En España comenzó a manifestarse a partir de 1990, cuando comienzan a llegar masivamente, como una avalancha, contingentes de todos los países. Y sabemos que surge de los celos por un lado, la poca tradición de recepción de inmigrantes y por otro, de la xenofobia y el racismo.
Para España en especial, significó una situación muy brusca y agresiva. Otros países de Europa, como Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda o Bélgica, tenían más de 50 años recibiendo inmigrantes, habían asimilado esa realidad. La España que se conocía, que sólo se abrió un poquito a finales de la dictadura de Francisco Franco y con voluntad apoteósica en la época de Felipe González, estuvo enclaustrada como una monja en un convento. Era la España que emulaba el reinado de Felipe II, no el de su padre, el emperador Carlos V, que con su lema Plus Ultra, el "ir mas allá" y con las grandes conquistas de América y el mundo, vehiculaba una apertura y relación con otras civilizaciones. Todo esto fue mermando con Felipe II. De común tienen el régimen de Franco con el reinado de Felipe II, el estar imbuidos de un fuerte espíritu religioso, un pensamiento único. Se ha dicho que en aquel tiempo parecía como si una gran muralla china se hubiese erigido alrededor de toda España, cerrando sus puertas a todo lo extranjero, a la entrada de nuevas ideas. Se vuelve atrás, a un mundo medieval en el que predominaba la autoridad religiosa. Hasta Sebastián Cobarrubias en su famoso, curiosísimo y magnífico(aunque ya superado) diccionario Tesoro de la Lengua Castellana o Española tiene bajo el sustantivo "novedad" la acepción "cosa nueva e insólita, suele ser peligroso por traer mudanza de las costumbres conocidas".
"Nos quitan el trabajo" nunca ha sido un argumento con bases concretas en la realidad. El gran empuje de España con los 14 años de Felipe González y los de José Maria Aznar, la inyección de fondos monetarios de Europa, el fomento de un desarrollo industrial y empresarial y la construcción de grandes infraestructuras, junto con el fortalecimiento de los logros sociales laborales y médicos, elevaron el nivel de vida de los españoles y su renta per cápita. El obrero de la construcción y las antiguas españolas que trabajaban como empleadas del hogar y los de hostelería(camareros,limpiadoras, cocineros) lógicamente no querían que sus hijos siguieran su oficio; ni a ellos tampoco les entusiasmaba , por lo que terminan sus estudios básicos y siguen profesiones en la universidades o carreras técnicas. Esto, unido a que hay una nuevas clases media y rica, en la que las mujeres también estudian, se profesionalizan y se integran al mundo laboral, genera una demanda mayor de asistentas del hogar. Ahí entra el contingente inmigrante a jugar su papel para llenar ese déficit de asistentas y limpiadoras de hogares nativas, de empleados del área de hostelería, de obreros de la construcción y jardinería en los nuevos chalet de los ascendidos económicamente.
Hubo una época en la que, por citar un ejemplo de nacionalidad, a los dominicanos no les faltaba trabajo. Al contrario, trabajaban en exceso por voluntad. Muchos, de tres turnos en las obras de las ampliaciones del Metro de Madrid, se sacrificaron para trabajar dos de ellos. Se ganó mucho dinero y las mujeres dominicanas llegaron a no "aguantarles vainas" a sus jefas y fácilmente optar por otras ofertas. Pero ya sabemos lo que pasó con la construcción: la burbuja inmobiliaria estalló hiriendo con su metralla a todos, en especial a los emigrantes, ya que lo que se pudo hacer en muchos años se hizo en la mitad: antes era eso de venga horas extras por aquí y por allá, eso de "¡chavales hoy nos quedamos hasta las 8!" y venga a trabajar sábados y domingos. Y por lógica fue el sector que más sufrió y sufre la crisis. Habiendo ganado mucho dinero primeramente, ahora debemos lamentarlo. Pero ese sacrificio sirvió a muchos para ahorrar, construir sus casas en Dominicana o instalar sus negocios aquí.
En tal caso, con este crack que nos mantiene a muchos desempleados, observamos como se aplica espontáneamente la consigna que repiten los grupos fascistas nacionales: "los españoles primero". Y ciertamente que es así. Cuando hay que reducir el personal en una obra de construcción, se cargarán al emigrante primero (peón u oficial, cumplidor o excelente profesional), porque el español querrá conservar su trabajo aunque sea de peón siendo oficial de primera . Antes por cualquier leve síntoma de gripe iba al médico; ahora aunque esté muriéndose lo pensará mucho antes de faltar al trabajo( las encuestas han detectado este fenómeno, certificando que el absentismo laboral se ha reducido entre la población activa). Con la crisis ya nadie quiere faltar al trabajo, ni estar en la punta de mira del jefe cuando es esencial "conservar el trabajito". En fin, se dan situaciones de suma injusticia, como el caso real que reseño a continuación: En un restaurante cerca de mi calle, un marroquí con cerca de 10 años trabajando en el mismo, ve reducir su trabajo diario a los fines de semana o para cuando lo llamen para ayudar en las terrazas de verano, esto así para colocar a un chaval español que empieza.
En fin muchos españoles ahora se quieren colocar en lo que sea. Ahora quieren ocupar puestos que antes dejaban al emigrante. Ahora lo que antes rechazaban se lo disputan: Los esclavizantes horarios de bares y restaurantes, los ardientes e infernales veranos o gélidos inviernos en un tejado; las rudas palizas en demoliciones de edificios o irse al campo a recolectar frutos y hortalizas. Esto no lo querían muchos nativos; ya no les importa cogerlo. Un oficial especialista le da igual entrar como "peonaco", como se denomina (despectiva o cariñosamente, según) al operario de menor rango en la obras de albañilería... y... ¡a sacar escombros, pues!
Por eso hay que reir; pero con ese fondo cruel, satírico, de una realidad que es palpable, paradójica, y que transformaré justo en este mismo instante que usted lee, en paródica y caricaturesca proclamando ¡¡¡AHORA LOS ESPAÑOLES NOS ESTÁN QUITANDO EL TRABAJO!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario