jueves, 9 de octubre de 2014

LA INMIGRACIÓN LATINOAMERICANA REVITALIZA EL CATOLICISMO EN ESPAÑA


Si la conquista y colonización española en los territorios americanos conllevó también la cristianización de los pueblos aborígenes y la de los esclavos africanos y sus descendientes, hoy son(¡oh paradoja!) esos ciudadanos inmigrantes en España los que fortalecen y rejuvenecen la iglesia cristiano-católica. Los recintos parroquiales están ahora repletos cuando hace apenas 15 años a los únicos que veíamos en las eucaristías era a los mayores de 55 años y uno que otro joven. Los asientos vacíos brillaban más que los ocupados por los asistentes, consecuencia de una merma considerable de los católicos practicantes. Ya España no era como declaró Juan XXIII en el Concilio Vaticano II de 1962 "vuestra y nuestra amadísima España, Heraldo del Evangelio, Paladín del Catolicismo",  ya no podía exclamar "cuánto nos ha consolado en nuestras visitas al ver los templos repletos, rebosantes los seminarios..." No; era una España de una acelerada descristianización que se consumaba en apenas una generación.


Jerarquía de la iglesia Católica española en su perfecta simbiosis con
la dictadura de Franco, haciendo el saludo fascista
Este fenómeno se percibía desde 1960, acentuándose en los últimos años del régimen de Francisco Franco y después de su muerte cuando se llevaron a cabo el proceso de la Transición Española y los gobiernos de Felipe González; pero además a causa de la promulgación de una nueva Constitución que declaraba laico el Estado y garantizaba más libertades para las personas. Ya nadie estaba obligado a estar presente en los cultos. Y no es que antes se llevase a la gente a punta de fusil, sino que ésta sobreentendía lo de  "ponerse donde el capitán lo viera", cual forma hipócrita de prestigio social; así tu contorno no te miraba mal  o  tildaba como un desafecto a un régimen autoritario que estuvo desde 1939 fusionado políticamente  con la iglesia con el nombre de nacional-catolicismo (y que no dejaba levantar cabeza a los protestantes y/o evangélicos de los que sólo existían 7.000  profesando esa fe; medio millón actualmente).

  Fíjense sino en las siguiente situación: cuando en la década de 1960 el 64% era católico practicante y el 90% se declaraba católico,  en el 2002 los practicantes eran el 26% y los que se declaraban católicos rondaba el 70%, aunque otros sondeos lo sitúan con menores porcentajes. Lo de ser católico practicante tiene que ver mucho con la asistencia a misa. La catequesis establece que la celebración litúrgica no es una actividad optativa sino obligatoria y vital;  que no hay vida cristiana sin Eucaristía. La mayoría se declaraba católica pero una minoría cumplía este rito de la misa, salvo cuando había que hacer acto de presencia obligatoria en una boda, primera comunión u honras fúnebres.

Como ven, está sobreentendido que la juventud se había apartado poco a poco de la iglesia. Hasta la fecha-tope que hemos establecido como la de mayor declive del cristianismo practicante (2002), entre la población menor de 30 años sólo un 15% se considera con tal característica. Sí, se han movilizado en eventos globales de mucha publicidad o glamour como la visita del Papa y los encuentros del Día de la Juventud de 2011 en España;  pero del millón de jóvenes peregrinos que reunió de todos los países,  nada menos que 500 mil fueron latinoamericanos,  constatando así ese proceso inverso (de Latinoamérica a España) en el mantenimiento y transmisión de la fe católica que es el fundamento de este escrito.


La virgen del Cisne, llamada también  "la churrona",
uno de los principales ídolos adorados por los
emigrantes ecuatorianos.
    Si se ha considerado a España "la reserva moral del catolicismo  y por siglos el país más católico de Europa", lo cierto es que en la práctica Latinoamérica ha despojado a España de esos títulos, y el proceso de cristianización que se transmitió a los pobladores americanos ahora se reinvierte, sino para cristianizar, sí para revitalizarlo y rejuvenecerlo.

La inmigración masiva desde Latinoamérica comenzó a llegar a España a partir de 1990.  Con ella se comienza a constatar el choque entre el catolicismo de los emigrantes fiel a las tradiciones, con el desafecto de los españoles. Los latinoamericanos en general, con sus creencias respetuosas y tradicionales enseñadas por siglos en América,  se sorprendían en sus primeros momentos con las chocantes expresiones de los españoles que maldecían y se"ensuciaban"(para utilizar este eufemismo del que todo dominicano entiende su significado: cagarse) en todo lo más sagrado para la iglesia católica: la hostia, la virgen , Dios, Cristo, la madre de la Virgen. Y no pocos dominicanos u otra nacionalidades, por fuerza de escuchar tanto  el "me cago en diez" que expresa un enojo,  la han adoptado creyendo que el "diez"  es una cantidad y no la palabra que evoca  a "par diez" o pardiez, proveniente de derivaciones del francés, del latín o español antiguos cuya acepción es "que lo quiera Dios" o "por Dios"; por tanto sudamericanos y caribeños ignoraban que también se ensuciaban en Dios.  Aquí comienza la revaluación de la práctica católica desde los emigrantes.

Luego de pasados esos años iniciales, a partir del 2000 , los inmigrantes obtienen una estabilización socio-laboral y dan paso a la organización y administración de su ocio, sus actividades folklóricas y prácticas religiosas.  Las iglesias antes vacías ahora están abarrotadas todos los domingos, muchas no pueden albergar a tantos, por los que la puerta principal y el patio delantero sirven para escuchar la Eucaristía, como muestra la fotografía adjunta de la misa dominical en la Parroquia San Lorenzo. Y esto sucede en los diferentes horarios del domingo. Aunque una minoría de sacerdotes llegó a expresar que los emigrantes tienen que adaptarse a los usos  de la iglesia española,  la mayoría han ido permitiendo un hueco para colocar los íconos de las vírgenes que se veneran en diferentes países de Latinoamérica.


Feligreses latinoamericanos en la Parroquia
 San Lorenzo del sector de Lavapiés.
Distrito Centro de Madrid. La masificación
determina que una parte de los feligreses
tengan que escuchar la misa fuera.
 Hasta la parroquia de San Lorenzo en el sector de Lavapiés (Distrito Centro) y  desde todos los puntos de la Comunidad Autónoma de Madrid, su capital y alrededores,  se desplazan ecuatorianos, bolivianos, paraguayos, colombianos y dominicanos. Los ecuatorianos se reúnen también en la Parroquia San Francisco Javier del Distrito de Tetuán y en la Ramón Nonato del Distrito Puente de Vallecas, y algunas más, para venerar a otras santas regionales como la del Quinche, que lleva el mote de "Virgen de los sin papeles" porque dicen fue traída clandestina, cual emigrante, en uno de los viajes.  Pero es en San Lorenzo donde está la principal,  la Virgen del Cisne , apodada también "La Churrona".

Se establece que hay 150 mil ecuatorianos en Madrid (más de medio millón en toda España) por lo que no es extraño que lleven la hegemonía en diversos barrios. En 2005 se llevó a cabo un multitudinario acto en la Plaza Mayor. Era la oficialización de la Virgen del Cisne que luego, en una procesión, fue llevada a la Parroquia de San Lorenzo. Sin embargo esta institucionalización y/o aclimatación en el sector de Lavapiés no estuvo exenta de dificultades y conflictos. Primero deambulaba por una cafetería o bar donde se reunían estos emigrantes; luego el impasse entre la jerarquía de la parroquia y la Fundación Virgen del Cisne por la hegemonía en la dirección de  las actividades concernientes; después la disputa por el espacio donde  colocarla en el recinto parroquial. Al final estos desencuentros se dirimieron en Ecuador, de espalda al pueblo feligrés, de jerarquía a jerarquía, dándole la total administración a la parroquia de San Lorenzo.

Siguiendo con esta parroquia prototípica , en ella hay una Talla del Divino Niño Jesús de Bogotá y el Señor de los Milagros de Buga adoradas por los colombianos; las imágenes de la  Virgen de Urkupiña y de Cotoca de los Bolivianos, que inclusive se concentran en otra parroquia, la de Fuencisla, en el Distrito de Usera. Los peruanos disponen de la iglesia Virgen de los Llanos en el barrio Aluche del Distrito de Latina para hacerles los rituales a su Virgen de Otuzco. En Ascao (Distrito Ciudad Lineal) se realizan actividades por el Cristo Negro, venerado en las naciones de Centroamérica.

La parroquia de Santa Teresa y San José en el Distrito de Moncloa-Aravaca es la que sirve de base a los dominicanos para la celebración del Día de la Altagracia cada año y claro es la favorita porque el Padre Daniel, que estuvo muchos años en República Dominicana es un devoto de esta Virgen y ha institucionalizado su culto. Asimismo es lugar para celebrar también alguna homilía por el natalicio de Juan Pablo Duarte que este año se efectuó aprovechando la visita de Monseñor Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez el 16 de febrero de 2014

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La  Bandera Nacional dominicana, el cuadro de la Virgen de la Altagracia
el cardenal de de la Rep. Dominicana en típica misa para dominicanos
en la Parroquia Santa Teresa y San José del Distrito Aravaca-Moncloa de Madrid.
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Ya por extensión no sólo se celebra misa tradicional como obligación litúrgica.  Se hacen para conmemorar el Día de las Madres en diferentes fechas según las naciones;   por las patronas de las comunidades; misas hasta para la celebración de los 15 años muy habitual en nuestros países ;  para fiestas patrias (banderas incluidas) y, claro,  misas por fallecidos en Latinoamérica cuyos familiares al  no poder asistir a su tierra  la pagan para que se oficie aquí.

En este trabajo me he circunscrito a Madrid por razones obvias de vivencia directa, pero se verifica  el fenómeno en las ciudades tradicionalmente de mayor movimiento económico y, por consiguiente, de amplia concentración de emigrantes. Serían Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla, Murcia, Alicante... Presento al vuelo algunos casos:  en Sevilla:  barrio de Nervión donde los paraguayos adoran a la Virgen de los Milagros de Caacupé; otro curioso en Huesca, en la Comunidad Autónoma de Aragón donde se celebran actos masivos de los colombianos y ecuatorianos, los primeros a favor de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.  La Virgen del Cisne vuelve a tener otro espacio en Murcia, en el municipio de Mazarrón,  igual que la de Caacupé  en la Parroquia Sant Agustí de Barcelona.

Teniendo en cuenta las conclusiones de los estudios estadísticos, es decir, que la disminución de los católicos españoles seguirá en proyección hasta 2045, es inestimable el auxilio que la diáspora le ha dado a las parroquias católicas; han  coadyuvado a minimizar su rezaga anterior; la  han hecho multitudinaria;  la han animado y hecho fervorosa con las fiestas vitales de las nacionalidades;  la han rejuvenecido y alegrado porque la mayoría de inmigrantes son menores de 45 años.

En la medida que las iglesias están gozando de una asistencia masiva, igualmente los curas de las parroquias barriales están rebozantes de alegría.  Y con la crisis económica se acentúa la importancia que tienen para la iglesia los emigrantes y viceversa: ahora con una alta tasa de paro se recurre con más frecuencia a las ayudas de las bolsas de trabajo, alimento y ropa  que ofrecen las diversas parroquias.

 Son las jerarquías y los sacerdotes de base quienes han llegado a reconocer  el papel de la  emigración para rescatar, rejuvenecer y revitalizar esta corriente del cristianismo. Desde las altas autoridades eclesiásticas   la "XC Asamblea Plenaria"  de la Conferencia Episcopal Española de 2007 establecía  que "La presencia de los inmigrantes ofrece a la iglesia una oportunidad y ha de ser vista como una gracia que ayuda a la iglesia a hacer realidad esa vocación de ser signo, factor y modelo de catolicidad para nuestra sociedad..." Pero desde las parroquias de base el padre Juan José de la paradigmática iglesia de San Lorenzo lo ha declarado más claro aún, sin esas generalizaciones y conceptualizaciones ininteligibles de la alta jerarquía católica:

"Ellos, cuando vinieron a España tenían unos objetivos y unas metas, pero en el plan de Dios sin duda estaba que vinieran a España a darnos ejemplos de fe". Y así ha sido. 


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